Capítulo 18

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Mehmet

- hermano sabes que puedes confiar en mi. - dijo por enésima vez Mihrimah.

- ya te he dicho que estoy bien.

- como puedes decir que estás bien, no lo estás. - dijo preocupada. - si no hubiese llegado a tiempo, habrías destrozado tus aposentos.

- Mihrimah tuve un mal día, lárgate. - le grité.

- no tienes porque gritarme, hablaré con mamá. - salió de mis aposentos llorando.

" dramática"

Ya no aguanto estar aquí, me volveré loco en mis aposentos, decidí salir al jardín, tomar aire.

¿Acaso será verdad que ama a mi padre? ¿No seré lo suficientemente guapo para ella? ¿Habrá alguien más?

Las interrogantes en mi cabeza, no puede dejaban en paz, me muero de celos solo pensar que ella pueda amar a alguien más.

Desde que sentí lo que es el amor me he vuelto un ser egoísta no la quiero compartir con nadie más, no tolero que nadie más la mire, no tolero que ella le pertenezca a mi padre...

A veces siento un poco de culpa al desear a la mujer de mi padre, pero yo no quise enamorarme de ella, fue tan inesperado, solo bastó mirar sus hermosos ojos verdes, para caer rendido a sus pies.

Están triste amar sin ser correspondido, ahora entiendo lo que siente clara, ella me ama, no solo me lo a dicho me lo ha demostrado, sería más fácil corresponder a su amor.

La lógica me dice que cualquier mujer de mi haren, es la indicada, pero mi corazón es de aquella mujer que solo desea mi muerte.

- hermano en que tanto piensas? - dijo sentándose a su lado.

- nada, solo quería estar solo.

- quieres que me valla? - preguntó con una sonrisa mi hermano Mustafa.

- ya estás aquí, quédate. - dije en broma y él río.

- tú ojos están tristes, pasó algo? - como podría yo decirte "estoy triste porque tú madre no me ama como yo a ella" me matarías.

- no es nada, es que creo que me dará gripe. - mentí.

- te acuerdas la noche que se incendió el palacio? - asentí. - antes de llegar yo te pregunté si estabas enamorado, tú no me dijiste nada, pero por tu ojos me dí cuenta que sí.

- pero estaba oscuro, no se podia ver nada, ni mis ojos. - reí y se unió.

- ya cállate no me dejas hacer bien mi trabajo de hermano mayor. - yo trate de ponerme lo más serio posible. - bueno sigo, estaba oscuro, pero la luna nos acompañaba y por ella pude ver tus ojos brillar más de la cuenta. - me miró serio. - así que ahora que estamos solos, quiero saber que le ha robado el corazón a mi hermano.

- está bien, no te lo voy a negar, estoy locamente enamorado. - sonreí.

- si eso ya lo sé, pero de quien?- me preguntó Mustafa impaciente.

- no te lo puedo decir. - me negué.

- por qué?

- no es correspondido, además es imposible, así que no tiene caso que te lo diga.

- no te puedo decir que luches por ella, porque no sé cual es el caso, diciéndote eso puedas tener problemas con su majestad ya que no sé si es una mujer libre....

- el problema es que ella no es libre, le pertenece a alguien más. - dije triste.

- si es de mi haren, puedo hacer que pertenezca al tuyo. - me dijo riéndose. - mientras no sea Nurbanu.

- eres un tonto lo sabías? - lo abracé.

- me lo dices todo el tiempo. - me correspondió el abrazo. - te quiero.

- yo también te quiero hermano.

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Ya era muy noche, no puedo dormir, a esta hora siempre iba a los aposentos de mi sultana, muchas veces solo la observaba dormir.

Sé que no voy a dormir, así salí al balcón, desde ahí se puede ver las velas encendidas de sus aposentos.

Esta despierta, nunca las deja prendida, le gusta dormir con las luz de la luna, estoy tentado a ir con ella, pero debo contenerme, debo darle su espacio.

Ya ha pasado mucho tiempo y sus velas siguen encendidas, ¿se sentirá mal?, ¿tendrá problemas para dormir?, no lo dude más y fui a sus aposentos.

Estaba en la puerta, quiero entrar, pero solo la idea de hacerla enojar simplemente me detiene.

"cada vez que entras lo hace, no veo cuál sea la diferencia ahora" me recordó mi consciencia.

Bueno tiene razón.

Entre en silencio, entrándome con una escena hermosa.

Mi sultana estaba sentada en el piso, en su regazo se encontraba la pequeña Geverhan quien la observaba detenidamente cada una de las gestos que la sultana le hacía con gracia.

No lo pude evitar una sonrisa se formó en mi rostro, si enojada de ve hermosa, lo es más siendo tierna.

- ¿que es lo que le pasa a mi bebé? -  dijo con voz tierna mientras juntaba sus narices. - por qué no quieres dormir?. - hizo como si ella le estuviera hablando. - ahora es mi culpa, te dije que no durmieras en las tardes, ahora no dejas dormir a tu abuela.

Yo seguía observando con una sonrisa, hasta que ella levantó la vista y se percató de mi presencia.

- se puede saber hace cuanto tiempo tienes ahí? ¿que haces tan noche aquí? - preguntó enojada. - es más no se para que preguntó, siempre haces lo mismo.

- ví las luces encendidas, así que decidí entrar. - dije sin importancia. - quise ver que hacías. - me senté en su cama.

Se paró del suelo y empezó a mover a la bebé para ver si dormía, me está ignorando.

- es obvio que no se dormirá ahora. - Geverhan tenía los ojos bien abiertos y movía sus manitas con ganas de jugar.

Ella no me hizo caso, siguió tratando de dormirla, en su cara podía ver el cansancio.

- ya dámela. - me paré y le quite a la bebé y me senté otra vez en la cama.

Ella no dijo nada estaba muy cansada, se sentó a mi lado y recostó su cabeza en mi hombro, solo ese acto hizo que mi piel se erice.

Puedo sentir el aroma de jazmines en su cabello, quería tocarlo, sentir su olor mas de cerca así que la pegué más a mi cuerpo.

- no te aproveches porque estoy cansada. - dijo antes de caer rendida, yo solo me reí.

La sultana de la primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora