"¿Por qué no me tenéis miedo?
¿Por qué os preocupáis por mí?"
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Una niña entrenada para matar desde que nació es enviada en una misión para derrotar a los Volturi, pero no se atreve a h...
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NARRA SIENNA.
"Aro, deja de culparte por lo que pasó" O lo que no pasó, mejor dicho.
Aro no responde, en lugar de eso continúa mirando al suelo, su cabello azabache cubre su rostro y me impide ver qué expresión tiene.
El fuego crepita en la chimenea, llenando el vacío del silencio, tomando el relevo de la falta de ruidos de Aro.
Suspiro y lo miro fijamente, mi mano se coloca suavemente en la parte posterior de su cuello, espero a que hable, o se mueva, o incluso haga el más mínimo ruido.
Ha estado callado desde que llegamos a casa hace tres horas, se calló por completo después de contarme todo lo que había pasado en el juicio de los Cullen.
Se culpa por el desenlace que había visto en una visión que le fue mostrada, el desenlace en el que yo morí, junto con él y sus hermanos, los gemelos, Demetri, Santiago, Félix...
Aro me había dicho que todo esto habría sucedido si presionaba para pelear, algo que había planeado comenzar sin importar nada.
"Soy una persona terrible que casi te mata, Sienna, si no hubiera cambiado mi decisión, estarías muerta, al igual que mis hermanos y yo". Había dicho en el avión con ojos negros y hoscos.
"Quería una pelea, tenía mi mente puesta en encontrar la manera de empezar algo con alguien, lo habría hecho si Alice no me hubiera mostrado lo que hizo, habría acabado con todos nosotros". En este punto, su voz era apenas un susurro y la culpa se podía escuchar en su voz.
Traté de decirle que no comenzó una pelea, que volvió en sí y que todos seguimos vivos, pero dejó de responder.
Caius y Marcus también habían intentado hablar con él, pero permaneció en silencio durante el resto del vuelo.
Cuando aterrizamos, finalmente se movió, pero solo para correr el resto del camino a casa, sin siquiera volverse para mirarnos a sus hermanos y a mí.
Lo encontré sentado en el salón cuando finalmente llegamos, estaba igual que ahora, excepto que estaba oscuro cuando lo descubrí. Encendí un fuego y me senté a su lado, he intentado tranquilizarlo varias veces, pero está quieto y callado como una estatua.
Miro el costado de su cabeza, mi corazón duele por su silencio. Sé cómo se siente tener tanta culpa que te deja sin poder moverte ni hablar, diablos, a veces todavía me golpea y me deja en silencio y congelada.
"Tienes suerte de que Caius y Marcus tuvieran que ir a la corte, porque Caius estaba planeando irrumpir aquí y sacarte a golpes". Sonrío levemente ante el recuerdo de Caius contándonos a Marcus y a mí sobre su plan. "Aro", suspiro, "por favor háblame, tal vez pueda ayudar".
"No puedes ayudar". Habla, dejándome un poco sorprendida por una fracción de segundo.
Me recompongo antes de responder: "Tal vez pueda. ¿Recuerdas que pasé por algo así?".
