Quince

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Al otro día...


—Hola Javiera, ¿cómo estás?—

¿Quién me estaba saludando?, cielos, era Jose Ph, y ya sabía algo de español.

—Jose Ph, ya aprendiste como saludar—reí.


Pero de pronto Alexander llega y me acorrala a la pared.

—¿Qué le dijiste a Angezel?.

—¿Por qué supones que yo le he dicho algo?.

—Porque ya no quiere hablarme...

—Le dije que tu serás mio, simple.

—¡¿Por qué le dijiste eso?!, ¡¿estás loca?!.

—Los dos sabemos que es lo que queremos, no lo niegues.

—¡Basta!—me tomó de la polera, haciendo que se me subiera unos centímetros.

—¡Suéltame!—le dije pegándole.


Me solté de su agarré y salí corriendo, me detuvo Picante.

—¿Qué sucede muñeca?.

—No estoy para bromas, córrete de mi camino.

Pero Alexander lo quitó de encima y me agarró del brazo.

—Tu y yo tenemos que hablar.

—Ya suéltame.

Pero no lo hizo, y me llevó hacia unas escaleras, donde nos sentamos.

—Javiera, no voy a negar que me atraes, pero, deja de meterte en mi relación.

—No lo haré, ella no te merece.

—Recién te estoy conociendo, ¿tú que sabes?.

—Solo sé que tu y yo somos la química perfecta.

—No me vengas con ridiculeces.

—Alexander, o cortas esto tu, o corto yo misma tu relación .

—¡¿Qué?!, no puedes hacer eso.

—Claro que sí—dije, y me lancé sobre él para darle un beso, pero él se corrió, haciendo que yo besara la pared.

¿Te quedarías conmigo?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora