Me estaba volviendo una lanzada, si, así era.
—Hola muñeca.—me susurró una voz cuando iba llegando a casa.
—¿Qué?, ah, eres tú.—era Picante.
—¿Puedo abrazarte?—se veía triste.
—No.
—Vamos muñeca.
—¿Para qué?.
—Solo hazlo—pero sin preguntarme más, me abrazó él.—¿podría tener una oportunidad contigo?—dijo triste.
—Picante... a mi me gusta Alexander.
Y me fui, cuando llegué a casa, tenía un mensaje de Facebook.
Alexander: Oye
¡Me hablo!
Yo: ¿sí?
Alexander: Dame tu whatsapp.
Y hablamos toda la noche, literalmente.
A: Javiera tenemos que arreglar esto...
J: ¿Esto qué?...
A: Somos amigos especiales, pero, creo que te amo...
J: Yo también te amo, ¡me gustas!
A: Auch, es que...
J: ¡¿Qué?!
A: Me gusta otra.
No podía creerlo, lloré como un bebé toda la noche, necesitaba consuelo, además estaba sola, ¿que podía hacer?, Picante estaba afuera, pero, no quería hablar con él. Llamé a Jose Ph.
En una hora, él estaba aquí.
—¿Remember when...tenia...que i say... una cosa pero me echaste?.
—Sí.
—Quería decirte eso, para que no sufrieras.
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¿Te quedarías conmigo?©
Ficção Adolescente—Me gustas. —¿Quién eres tú para decirme eso?. —El amor de tu vida. —Lo siento querida, tengo novia. —Mierda.