Treinta

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Al pasar el día hizo bastante calor, a la salida, nos dejaron salir antes, subí a entregarle el polerón a Alexander, pero todos estaban afuera, le pregunté a una chica si lo había visto.

—Allá—me indicó y yo asentí, estaba en el balcón con otra chica, mientras estaba bastante cerca, pude ver que le estaba tocando el trasero.

—¡Oye!—no pude contener la ira—¡toma tu polerón!—se lo tiré y me fui rápido por las escaleras.

Jose Ph me detuvo abajo pero lo aparté y seguí corriendo. Mientras caminaba sin rumbo, alguien me pisó el zapato ¡mierda!.

—¡¿Quién fue?!.—me giré furiosa.

—Hola.—era Alexander.

—Hola.—seguí caminando.

—¿Qué te pasa?, no huyas.—dijo tomándome la mano.

—¡¿Por qué le tocas el trasero a ella?!, ¡eres un morboso!.

—Javiera, no es lo que crees.

—¿A no?, entonces, ¿qué?.

—Solo estaba sacándo mi celular.

—¡¿Por qué tenía mi celular en su trasero?!.

—Ya cállate—y me besa, yo le sigo el beso.


¿Te quedarías conmigo?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora