Trece

53 9 1
                                    

En eso llegó Jose Ph.—Sorry for...interrumpir—dijo mirándo su diccionario.


—No, está bien, nos vemos—dijo Alexander y me besó la mejilla.

—Te...like...gusta?—Jose Ph ya iba mejor en el español.

—¡No!—dije riéndo.

Luego a la hora de almuerzo, Alexander y Jose Ph se sentaron en la mesa de al frente, Alexander no paraba de mirarme mientras comía sus fideos, mientras que Jose Ph, hablaba con su diccionario.

Cuando me paré a botar algo, alguien me tomó la mano.

—¿Podemos hablar?—Alexander me miraba serio, yo solo asentí.

Ya afuera, solo nos mirábamos.

—¿Qué tenías que decirme?.—rompí el hielo.

—¿Qué te dijo Jose Ph?.

—¿Cuándo?.

—Cuando fue a tu casa.

—¡¿Cómo sabes que vino?!.

—Un pajarito me lo contó...vamos, dime.—me tomó de otro botón.

—Ni que lo fueras a saber tan fácil.

—Dime Javiera, o te juro que te...—empuñó su mano.

—¿Qué?, ¿me vas a pegar?—reí sarcástica.

—Agh, no, pero a Jose Ph sí.

—¿Qué te ha hecho él?, déjalo.

—No, hasta que me digas que fue lo que te dijo.

—¿Y para qué quieres saber que me dijo?.

—Lo necesito.

—Dijo que yo te atraía—dije tomándolo del polerón y acercándolo a mi.

—Javiera...

—Shh—dije callándolo—no digas nada—le guiñé el ojo.

—¡Escúchame!.

—¿Qué quieres que escuche?, ¿qué estás loco por mi?, ¿que sea tu novia?.—dije riendo.

—¡Tengo novia!—me gritó.


¿Te quedarías conmigo?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora