Treinta y ocho

37 8 0
                                    

*** Al llegar finalmente luego de días a Inglaterra...

Descendimos y Jose Ph estaba muy encapuchado, hacía frío, y bastante. Bajamos hacia una parada de taxis y tomamos uno, y nos llevó a unas parcelas enormes, y en el medio, había una pequeña casa de madera, se veía vieja.

—¿Tu abuela sabe que vinimos?.—pregunté.

—Ella...—suspiró—murió hace años.

—Ups, lo siento—me encogí de hombros.

—No importa—dijo.

Entramos y la puerta se cayó, las escaleras estaban llenas de hoyos, las paredes húmedas, telas de araña, y ahg, un olor a podrido.

Subimos y Jose Ph sacó una llave que estaba debajo de una alfombra, abrió una puerta y entramos a la pieza de su abuela, era la única que se mantenía intacta, la cama estaba limpia, y era una habitación blanca y limpia, y olía a rosas, ¿raro no?.

—Dormirás aquí.—dijo y dejó mi maleta.

—¿Y donde dormirás tu?.

—Por ahí, que tengas buenas noches—me abrazó y cerró la puerta.

Me di un baño rápido, con agua helada, luego, me coloqué una bata y me senté en la cama, miré mi celular y tenía diez llamadas perdidas de Alexander, y una de mamá, lo llame de vuelta.

A: ¿Javiera?

J: si soy yo

A: disculpame, soy un idiota, siempre termino arruinando todo con mis celos.

Yo suspiré.

A: ¿podemos hablar?

J: Tendrá que ser otro día, no estoy en casa.

A: ¿y se puede saber donde estás?

J: en Inglaterra.

A: ¡¿Qué?!, ¡¿qué haces ahí?!

J: larga historia, te contaré luego, ya es tarde.

Colgué.



Abrí la cama y me recosté sobre las sabanas blancas, hacia bastante frío, no podía dormir, ¿y Jose Ph?. Salí de la pieza y me encontré con una oscuridad enorme, cada paso que daba sonaba en toda la casa, tenía miedo, era como una película de terror, cuando iba llegando al barandal de la escalera, la vela que llevaba conmigo se apagó, dejándome en completa oscuridad.

—¡Jose Ph!, ¡Jose Ph!—comencé a gritar, a llorar, no sabía como devolverme, estaba perdida y no veía nada.

De pronto alguien me agarra del brazo y me bota de la escalera.


¡Ay!, despierto antes de caer, estaba soñando, por suerte. Me senté en la cama, agitada, en eso Jose Ph abre la puerta.

—Hola...,¿paso algo?

—Nada, solo que, tuve una pesadilla—suspiré—¿y tú?.

—Yo...nada, solo vine a ver si estabas bien.

Dijo, pero antes de irse me levanté y le agarré la mano.


—Jose Ph, no te vayas.

—No me iré.

—Duerme conmigo, tengo miedo.—él me miró asustado.—relájate, solo quiero que estés a mi lado, por favor—supliqué y el se acostó a mi lado.

Luego, los dos nos quedamos dormidos.

*******


Desperté con un diminuto rayo de luz que molestaba en mis ojos, me estiré y Jose Ph aún dormía a mi lado, aforrado, como una oruga.

Me levanté y me lavé la cara, me puse una bata y bajé por algo de comer, cuando fui a la cocina, abrí el refrigerador, saque un pan duro, y me lo comí, vaya, si que tenía hambre.


Subí y desperté a Jose Ph.

—Oye, despierta—le susurré al oído y su piel se erizó.—levántate flojo.—lo destapé.

—Ya, ya me levanto—dijo enojado.


Luego de que ambos nos preparáramos, comimos lo que yo llevaba en mi maleta, un paquete de papas fritas y una bebida.


—Esta noche iremos, ¿entendido?.

Y yo asentí.




¿Te quedarías conmigo?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora