A long night

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Su corazón latía con tanta fuerza que temía que su acompañante lo sintiera y pensara que le ocurría algo

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Su corazón latía con tanta fuerza que temía que su acompañante lo sintiera y pensara que le ocurría algo.

Apenas podía respirar porque el miedo y la emoción competían para ocupar un sitio en su interior.

Él la llevó hacia una oscura esquina del burdel y los ruidos de fondo desaparecieron. Rhaenyra no oía nada ni a nadie. Y en ese momento, cuando aquel hombre ocupó todo su campo de visión, eran las dos únicas personas sobre la tierra.

Él trazó la comisura de sus labios con un dedo, produciéndole un estremecimiento, y luego le deslizó el dedo por el cuello hasta el nacimiento de sus pechos. El roce era como el de una pluma, pero resonó dentro de ella, entre sus piernas, consumiéndola.

Fue entonces cuando supo con toda seguridad que no había malinterpretado la situación durante el banquete. Cuando supo con toda seguridad que estaba seduciéndola y ella estaba a punto de dejarse seducir.

Pero, ¿lo permitiría?

Mientras se hacia la pregunta se dio cuenta de lo ridícula que era. Ya lo había permitido. Desde el momento en que aceptó su mano y lo siguió por la calle de la seda había dicho que sí.

Se quedó estupefacta cuando vio su boca descendiendo sobre la suya. Fue consciente de lo ardiente de su aliento y de la sensación de ser poseída de aquella forma. No pudo hacer otra cosa más que abrazarlo cuando él enterró los dedos en su pelo, capturando sus labios. El beso se prolongó, desatando bucles de deseo a través de su cuerpo. Sentía la dolorosa necesidad de ser acariciada, y un gemido escapó de sus labios cuando su lengua se enredo con la suya.

Daemon la empujaba hacia la locura, derritiendo su cuerpo. Sintió una inquietud entre sus piernas, deseosa de saber más de aquel placer carnal.

Era peligroso ser poseída de aquella manera.

Quizá solo estuviera intentando asustarla para alejarla de él, pero, en lugar de ello, la estaba tentando, provocando. Porque ella quería saber más de aquel ardiente deseo, dejarse tocar por un hombre que le robaba toda inhibición para hacerle desear algo que iba mucho más allá de la vida que había llevado hasta entonces.

Sus labios estaban viajando en aquel momento por su cuello, arrancándole un estremecimiento.

En la penumbra de la estancia apenas podía distinguir su rostro. Pero si que podía sentir su contacto. Aquellas manos se deslizaron por su espalda, atrayéndola hacia si. Se apoderaron de su trasero, presionando su cuerpo contra el suyo. Entre las piernas podía sentir la presión de su duro miembro, el cual, en lugar de aterrorizarla, la hizo desear abrirse a él.

Dejó escapar un gemido, sin creer lo que estaba pasando. Lo que estaba permitiendo que hiciera. En cuanto alguien se diera cuenta de su identidad, se crearían una gran cantidad de rumores, pero, no le importaba en absoluto.

Ningún esposo la tocaría nunca así. Si alguna vez vivía una noche de bodas como virgen, era probable que su marido le abriera sin más las piernas para hundirse luego en ella. No necesitaría hacerlo más que unas pocas veces, solamente una para consumar su matrimonio, y quizá simplemente otra más para engendrarle un hijo.

Dragon bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora