Of funerals and memories II

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El paisaje no había cambiado desde la noche anterior salvo porque la lluvia se había detenido, sin embargo las nubes negras aún se asomaban en el horizonte de la isla

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El paisaje no había cambiado desde la noche anterior salvo porque la lluvia se había detenido, sin embargo las nubes negras aún se asomaban en el horizonte de la isla.

— Nos reunimos hoy en el Escaño del mar,- habló Vaemond, el sobrino mayor de Corlys mientras los vasallos de la casa Velaryon preparaban el féretro— para enviar a lady Laena de la casa Velaryon a las aguas eternas, el dominio del rey Merling...

Aerea recorrió con la mirada, a su alrededor, Arryk y ser Westerling no se encontraban en el lugar, asumió que su caballero quería proporcionarle un informe a su superior. Mientras ella permanecía al lado de sus tíos, el rey se encontraba al fondo siendo acompañado por la reina, quién no despegaba su vista de Rhaenyra, cómo si esperase que reaccionara ante las palabras del Velaryon; Aegon se encontraba bebiendo su decima copa de vino y, Aemond y Helaena permanecían en silencio en un rincón del lugar.

— Lady Laena deja en la costa a dos hijas legítimas. Aunque su madre no regresará de su viaje, ellas seguirán unidas por la sangre.

Salvo por los hijos de Vaemond y aquellos que no sabían Valiryo, todos parecían estar incómodos con aquel discurso sobre la legitimidad.

Apretó su puño con fuerza, tenía que controlarse para no rebanar el cuello de aquel traidor, por el respeto y cariño que le tenía a Laena, debía evitar armar un escándalo. Una vez que el funeral terminase, se encargaría de hacer que Vaemond y los suyos recordasen porque no era una buena idea cometer aquella falta de respeto en un funeral.

La risa de Daemon se dejó escuchar sobre el sonido de las olas, los vasallos lo observaron furiosos pero nadie se atrevió a decirle nada. Aerea rodó los ojos, había mejores formas para desviar la atención que había sobre los hijos de Rhaenyra.

— Del océano venimos, al océao regresaremos...-exclamó el hombre al mismo tiempo en que el hermoso ataúd de madera era arrojado a las tranquilas aguas del mar.

Rhaena, la hija menor de Daemon, abrazó a Aerea en un intento de tranquilizarse mientras la joven princesa contenía las lágrimas de la misma forma que las nubes negras retenían la tempestad.

— Daemon dice que los Targaryen no lloramos...- susurró mientras intentaba contener sus lagrimas.

La risa de la joven Velaryon no pudo evitar reír al ver a la infante frente a ella, ante sus ojos, era una imagen bastante dulce a pesar de que la Targaryen se encontrase cubierta de fango.

— Él es un adulto, en cambio tú aún eres una niña. Incluso los dragones han llorado alguna vez.

El viento sopló a su alrededor, como si se tratase de su prima diciéndole que estaba bien llorar, pero ella ya no era más una niña, no podía permitirse un momento de vulnerabilidad. Pero Rhaena aún era pequeña, no le podía pedir que fuese como ella.

— Nadie te juzgará si lloras...- murmuró lo suficientemente alto para que la menor la escuchase.

- murmuró lo suficientemente alto para que la menor la escuchase

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Dragon bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora