Of wolves and dragons II

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— No me importa convertirme en un simple amante

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— No me importa convertirme en un simple amante... estoy bien con ser algo temporal, solo permíteme estar a tu lado.

Cregan Stark no se había detenido a pensar en la gravedad de sus propias palabras hasta que se encontró a sí mismo con la princesa sentada a horcajadas sobre sus piernas, mientras, la dura erección de él quedaba entre los dos.

Su cerebro le gritaba que estaba cometiendo un severo error.

Estaba en una zona de peligro. Se metería en considerables problemas si alguien los descubría, sobre todo si esa persona era Aemond Targaryen. Pero, la sensación del suave cuerpo femenino contra el suyo, y, de su boca cubriendo la de ella, originaba que su mente se nublase.

Maldita sea, aquello era demasiado bueno como para obligarlo a olvidarse de las posibles consecuencias a las que se podría enfrentar.

Las manos del joven lobo se posicionaron a ambos lados de su cintura, mientras ella echó atrás la cabeza. Él le besó el cuello y la clavícula.

Un fino gemido se escapó de los labios de la Targaryen, balanceándose contra él, buscando el placer que esperaba que él podía darle. La peliplateada se aferró a él, y el Stark volvió a besarla en la boca. Podía perderse en ella. Dejar fuera todo lo demás y abrazar la pasión. El momento. La necesidad de estar en su interior, embistiendo con fuerza, copiando lo que su lengua hacia en su boca.

Quería rendirse a sus sentimientos y a las necesidades de su cuerpo. Rendirse a ella.

Deseaba entregarle, por completo, el control de él.

De repente, el sonido de unos pasos acercándose lo trajo de regreso a sus sentidos. Una vez más, a su mente llegaron los sonidos de alerta. Debían detenerse.

— Rea...- su voz suena estrangulada— deberíamos parar.

— ¿Por qué?- susurró ella sobre sus labios.

¿Ella le estaba preguntando "por qué"? Aerea era una excelente cazadora, era imposible que no se hubiese percatado de que alguien se estaba acercando.

La puerta se abrió de golpe y allí en la entrada se encontraba él. La ultima persona que deseaba que los descubriera.

— Vaya, parece que mi esposa se está divirtiendo...- dijo el recién llegado, con una voz fría pero sin sonar amenazante.

— Eso es porque tú tardaste en llegar- respondió ella mientras se bajaba del regazo del norteño.

Cregan los observó confundido a la pareja. No entendía que es lo que estaba pasando pues el príncipe solo cerró la puerta y se adentró a la habitación, su semblante era sereno como si desde un principio hubiese sabido lo que estaba pasando.

— Al parecer Rea no te ha contado nada- dijo Aemond al notar el rostro confundido del Stark.

— Lo iba a hacer, pero no se presentó la oportunidad...- hizo una pausa fijando su atención en el pelinegro— he decidido tomar un segundo esposo. Mejor dicho, deseo que tú seas mi segundo esposo...

Dragon bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora