Capítulo 22. Locos enamorados

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"Nadie debería culpar a los locos enamorados por cometer locuras por amor".
S.M

—Creo tener una idea de quién pudo ser— digo pensando en la perra desgraciada de Marchetti. Esa mujer se la había jurado a mi reina, incluso tuvo la osadía de esparcir rumores sobre ella. Crueles rumores sobre que estaba embarazada, clavando aún más hondo el puñal en su herida. En una herida que ha estado abierta hace años. El tipo de herida que sólo una madre podría sufrir. Y el tipo de herida que nadie puede curar.

¿Y Victoria Marchetti cree que puede continuar impune después de esto? Esa insignificante mujer se había atrevido a lastimar a mi otra mitad, ahora es mi turno de devolver el golpe.

Tal vez la rubia a causa de su generoso corazón decidió olvidar para continuar, pero yo no. Me es imposible olvidar el dolor de su corazón ese día y a la responsable de ello, por lo que la puse en mi lista de enemigos a muerte por ello. Y Dios sabe que como enemiga puedo ser una desgraciada...
Me había contenido de no romperle la cara cuando la encontramos estando con Paulette, pero no creo que por mucho tiempo pueda mantener mi buena conducta. A esa zorra se le acabó la suerte. Si mis sospechas llegan a ser ciertas y ella tiene algo que ver con la maldita prensa que inunda la empresa, no habrá lugar en la tierra o el infierno en donde pueda esconderse.
Mi otra mitad parece sentir mis vibras asesinas, puesto que me observa interrogante. Sonrío en respuesta mientras alzo los pulgares en su dirección. Está explicando lo de los primos Di con la soltura y gracia que sólo ella puede tener. Esa mujer es genial.

—¿De verdad?— pregunta Rafael recobrando mi atención, mientras que nos aleja disimuladamente de la multitud hacia una zona menos concurrida de la empresa. Al parecer, todos los empleados están reunidos escuchando la rueda de prensa en lugar de trabajar. Si el diablo de Alexander los viera...ya me imagino la ola de despidos que azotarían el lugar. Empezando por mí.

—Sí, pero voy a necesitar de tus investigadores para comprobarlo— pido en voz baja, disfrutando de su atractivo aroma. Después de todo, tal vez ellos tenían más información de esa mujer que Fred.

—Dalo por hecho. Lo que necesites, lo tendrás— asegura con seriedad, alterando mis ya muy revolucionadas hormonas.

—Eso suena interesante.

—Charlotte...— habla en tono de advertencia, provocando que deba reprimir una sonrisa.

—Lo siento, ya no voy a provocarte más. No vaya a ser que cometas una locura como la del ascensor.

—Es imposible que no me provoques —murmura más para sí mismo que otra cosa. —Creí que íbamos a olvidar eso— responde haciendo referencia al momento tan caliente que tuvimos en el hotel.

—No sé si mi cuerpo pueda olvidar lo bien que se sentía el tuyo— admito descaradamente, haciéndole tragar grueso. —¿Qué pasa? ¿Es que tampoco puedes olvidar?— susurro esta vez, colocando delicadamente mi mano sobre su pecho, notando como su respiración se vuelve agitada.

—Yo no...

—Tranquilo, no quiero obligarte a decir verdades que prefieres evitar— suelto acercándome más a él, presionando su costado levemente con mis senos.

—Basta de provocaciones, joder.

—¿Y ahora dices palabrotas? Mmm...pero si eres una cajita llena de sorpresas. Que lindo.

—¿Acaso quieres que te tome aquí mismo y cometa todas las locuras que están pasando por mi cabeza en este momento? Porque eso es lo que va a pasar si continuas restregándome esos lindos senos— explota finalmente, rozándose descaradamente contra mí. No puedo evitar la sorpresa ante la franqueza de sus palabras y la dureza pronunciada que amenaza con romper sus pantalones. Escucharlo decir eso es una deliciosa caricia a mi libido y ego. El hecho de que este hombre tan obstinado y severo sienta por mí esta clase de deseo, causa en mi un estado casi feral. Mi cuerpo se arquea impulsivamente hacia él. Estamos apartados de la multitud, pero eso no quiere decir que no puedan vernos y notar el provocativo intercambio entre los dos. Es incluso más excitante así. —¿Qué? ¿No dirás nada ahora?

Prender fuego a la lluvia [en PROCESO Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora