Capítulo 12: Ideas peligrosas.

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POR FAVOR, NADA DE SPOILER EN ESTA NOVELA. DEJEMOS QUE LOS QUE NO HAN LEÍDO ÁMBAR (la cual saldrá en un par de semanas por cierto) SE SORPRENDAN SOLOS, Y SAQUEN SUS PROPIAS CONCLUSIONES. DISFRUTEN LA LECTURA, LOS AMO MUCHO ❤️🐭.

"Todo comenzó como un simple coqueteo, y ninguno estaba preparado para lo que ocurriría después"

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"Todo comenzó como un simple coqueteo, y ninguno estaba preparado para lo que ocurriría después".

Salgo del baño completamente repuesta, y con la barbilla muy en alto, mostrando una falsa seguridad, la cual, luego de tanto aparentar, comienzo a creérmela. Me siento en una silla un tanto apartada de las demás, y decido sacar mi celular para colocar un recordatorio. Debo regresar a terapia. Espero que mi antiguo psicólogo, esté disponible y pueda volar a NY. Y cuando digo disponible, hablo de que no esté matando personas. Porque sí. Mi psicólogo no es una blanca paloma. En su tiempo, fue un endiablado asesino, quien perteneció a la guardia de la princesa. Es una gran persona, aunque no lo crean. Y la rubia confía en él, tanto como yo.

—¿Por qué tan sola, pequeña? —preguntan a mis espaldas, sorprendiéndome. —Lo siento, no quería asustarte—se disculpa apenado, mirándome con una extrema ternura, la cual me hace fruncir el ceño un fango confundida.

—Descuide Dom, sólo pensaba. Soy un alma algo solitaria...— respondo encogiéndome de hombros, por no querer decir completamente solitaria, haciéndolo sonreír.

—¿Puedo sentarme? —pregunta apuntando la silla a mi lado.

—Adelante— contesto de forma amable, y él toma asiento a mi lado.

—¿Qué ocurre, cariño? Luces un poco triste...— habla mirándome fijamente, y yo frunzo mi ceño. Vaya, creí que era mejor actriz. —Lo eres, es cosa de padres—responde Domenico con una sonrisa, haciendo que frunza mi ceño otra vez. ¿Acaso pensé en voz alta? —Así es, al igual que Ámbar. Es divertido, aunque probablemente las mete en problemas...— comenta con una sonrisa, y yo largo una pequeña risa, mientras asiento.

—Sí, eso nos pasa a menudo— respondo encogiéndome de hombros, pensando en las veces que la hemos liado.

—¿Me dirás por qué estás tan triste? No puedes engañar a un padre, pequeña...— asegura el señor Dom con una sonrisa, y yo arrugo mi nariz, evitando mirar sus profundos ojos azules.

—Eso dice ella. Aunque creo que puede ver mi alma...— murmuro por lo bajo, pensando en todas las veces que la rubia me ha descubierto, y el asiente con suavidad. —No me sucede nada, solo no he superado mi pasado, y temo no hacerlo jamás— digo finalmente, en un suspiro derrotado, mientras juego con mis dedos de forma nerviosa. —Creo que me esfuerzo demasiado en olvidarlo, en fingir que no ocurrió...—digo por lo bajo, encogiéndome de hombros, mientras siento el peso de mis palabras sobre mí. El fingir que no pasó, no cambia nada. Es sólo un arreglo temporal.

—No lo hagas— responde por lo bajo, haciendo que le mire confundida. —No debes fingir, y tampoco torturarte. Concéntrate en el presente, y cuando mires hacia atrás, no te abrumes— habla con naturalidad, haciéndome alzar una ceja en su dirección.

Prender fuego a la lluvia [en PROCESO Y CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora