2: ¿Libre?

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— ¿No tienes algún protocolo que seguir? —preguntó Yoohyeon mientras ambos caminaban de vuelta por el mismo pasillo que ella habían recorrido horas antes con la mujer de rojo. El aroma a encierro empezaba a sentirse en el aire tan pronto se internaron otra vez en el ala de calabozos.

El joven guardia que la escoltaba se detuvo en seco, obligándola a que ella se frenara también y por un momento entrecerró los ojos, le dedicó una muy mal actuada mirada de fastidio.

—Y tu...—sus ojos rodaron de arriba abajo, las manos se acomodaron debajo de su chaleco y los papeles que la uniformada le había dado, fueron a parar debajo de su brazo —¿no deberías bañarte más seguido o algo? —bromeó aleteando su mano en frente de su nariz— Apestas, Yoohyeon.

Ella apretó los labios y resopló una risita ahogada. Estaba un poco molesta, pero a la vez el comentario le había hecho gracia.

—Oh... Quizás, si tan solo no estuviera presa... —Rio y golpeó con su hombro al guardia que también sonrió.

—Vamos, ChocoMint —La tomó por el brazo y siguieron avanzando a paso más lento—. Sé que puedo tomarme ciertas libertades contigo, eres inofensiva —Sonrió con lo último.

La chica hundió su mirada en el suelo gris y lleno de manchas de charcos secos, buscaba perderse en el eco que dejaban sus propias pisadas. La prisión era un lugar horrible, pero era lo que se había ganado, lo que merecía al fin y al cabo y lo que ella misma había elegido.

—Por algo estoy aquí —susurró casi para sí misma.

El guardia abrió la reja corrediza y le retiró las esposas de sus muñecas con cuidado, con toda la delicadeza que nadie jamás le había ofrecido. Yoohyeon caminó dentro de su celda con la cabeza agacha y se sentó en el catre sucio, se escondió entre sus manos dejando ir un largo suspiro. Sabía que en poco tiempo su cabeza empezaría a torturarla y le rogaba al cielo estar dormida antes de que eso pasara.

—Yoohyeon —el chico se puso en cuclillas del otro lado de la reja y la miró compasivo— creo que deberías aceptar esto. Los dos sabemos que es una gran oportunidad —Metió su mano en uno de los bolsillos del chaleco y, luego de rebuscar un poco, sacó un pequeño dulce y se lo extendió, el brilloso envoltorio blanco del caramelo resaltaba por encima de su desgastado guante azul marino.

—Eres demasiado bueno conmigo, JeongIn —dijo alcanzando el dulce de su mano, él la cerró de golpe apretando la de ella. Yoohyeon volteó el rostro por reflejo y el chico la jaló suavemente hacia él, buscando su mirada. Sus ojos se encontraron y de repente el silencio del pasillo parecía demasiado profundo. La molesta gotera retumbaba en el resto de las celdas vacías y ralentizaba el momento lo suficiente para que la chica predijera las siguientes palabras del guardia.

—No quiero que lo pienses, ChocoMint —dijo con una seriedad que ni siquiera él mismo reconocía— quiero que lo aceptes —la soltó. Su tono era firme pero no quería ser amenazante, aunque supo que, de alguna forma, había sonado casi como una súplica.

Desde que Yoohyeon había sido transferida a ese pabellón vacío ambos habían comenzado a forjar una interesante relación que empezó con breves cruces de palabras en el horario de las comidas y fueron creciendo de a poco hasta simpáticos juegos de cartas en los que ella casi siempre terminaba perdiendo. Aunque —sospechaba— el chico hacía trampa todo el tiempo.

Al principio había sido difícil para él acercarse. Yoohyeon en sus primeros años de reclusión había sido una persona desconfiada con quien sea que se le acercara, pero, tal como si de un cachorro herido se tratara, había bajado sus barreras poco a poco y la confianza para con en el guardia creció hasta el punto de llegar a ser buenos amigos.

—Si con eso podré ayudar... —dijo mientras tomaba aire, un corto silencio acompañó sus palabras, tenía aún algunas dudas al respecto, pero sabía que, a parte de los beneficios de la "parcial libertar" que le había prometido esa mujer, ese supuesto trato también la ayudaría mantener su consciencia tranquila y su cabeza en silencio por un rato... o eso esperaba— entonces lo haré.

—Bien —sonrió JeongIn al tiempo que se levantaba casi de un salto— le avisaré a la comandante ahora mismo —tomó los papeles que aún tenía bajo el brazo y se los alcanzó a la chica— lo más probable es que mañana seas...

Yoohyeon frunció el ceño y él lo hizo también, temeroso de pronunciar la palabra que pensaba en voz alta.

—¿Libre? —completó dudosa, su vista se esforzaba por leer aquellas páginas arrugadas. "Instructivo" creyó distinguir en alguna línea.

—Libre, Yoohyeon...

JeongIn se perdió rápidamente en la oscuridad del pasillo y Yoohyeon se echó de espaldas sobre el catre, quedó mirando al techo, jugueteaba con el pequeño dulce en una de sus manos y los dedos de la otra acariciaban el papel, su mente rogaba que esa fuera la decisión correcta y su corazón palpitaba esperanzado.

Rojo (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora