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Probablemente esta era la primera vez en años que finalmente su furia explotaba. Estaba en su límite, ¿cuándo es que todo esto sería suficiente? ¿Cuándo es que él sería suficiente? ¿No fue un buen hijo? ¿No fue un buen rey? ¿No fue un buen esposo? ¿No fue un buen padre? ¿Ni siquiera un buen amante? ¿Una buena persona?

¿Qué era entonces?

¿Qué debía hacer?

¿Cómo se supone que debe acabar esta historia?

¿Siquiera existen los finales felices en una vida tan injusta?

¿Una verdadera felicidad eterna?

Él lo hubiese querido, lo hubiese deseado, ser otra persona, en otro lugar, en otro rango; ser feliz, ser libre, ser amado y poder amar de vuelta.

En cambio ahora solo podía destruir los lienzos que dejó su padre alrededor de él.

¿Y para qué seguía las reglas? ¿Para qué seguía con una corona aplastando su cabeza, fingiendo ser alguien que no era?

Dejó entre las barras una canasta, arrastrándola por el suelo dentro de la celda.

El contrario apenas alzó la mirada, acercándose con cuidado y lentamente, observó con unos ojos tristes a quien amaba con toda el alma, incluso antes de que el rey quitara su mano para marcharse, él pudo sostener su muñeca.

- Suéltame.

- No lo haré. Primero escucha.

- No tengo tiempo, hay cosas que hacer, ¿acaso no has escuchado como está el país? Todosse están muriendo, nuestro mundo se está dividiendo... Es mi responsabilidad...

- ¿Por qué es tu responsabilidad? ¿No has hecho suficiente?

- No quiero oírte, eres un traidor. Quizás debí dejar que te mataran cuando viniste por tu madre.

- JongWoo... - Sujetó con más fuerza su muñeca.

- Suéltame si no quieres que te corte la mano.

- ¡Pues córtala! ¡No pienso soltarte hasta que me escuches!

- ¡Entonces habla rápido! ¡No tengo tiempo para ti!

- ¡Lo tienes y quieres! ¡Puedes salvar a todos y lo sabes! ¡Estás intentando destruir todo! ¡Lo sé! ¡Vas a quedarte sentado esperando a que nos maten, porque ya te rendiste! ¡Eres un maldito cobarde!

JongWoo enterró sus uñas en la piel pálida de MoonJo, haciéndolo sangrar.

- ¡¿Y eso a ti qué te importa?! ¡¿Qué sabes tú lo que planeo hacer?!

- ¿Entonces por qué vas a luchar? ¿Por un pueblo que te desea muerto?

- ¿Y qué quieres que haga? No eres nadie para juzgar lo que soy ahora, nunca supiste quien era.

- Lo supe. Hace años atrás, cuando te conocí, eras solo un niño que quería vivir... tus ojos brillaban, tú brillabas.

- ¿Y ahora?... ¿Qué ves?

- ... Nada... No puedo ver nada y es por eso que sé que te rendiste.

- Ese es mi problema - Intentó zafarse del agarre del mayor, pero MoonJo lo jaló con fuerza, incluso haciendo que el rey se golpeara el brazo con las barras -. Voy a matart...

Un beso en los labios lo interrumpió.

- Te amo - Oyó la voz firme y temblorosa a la vez de MoonJo -. Y sé que tú también lo haces.

- No es verdad... - JongWoo se negó en voz baja, porque efectivamente era mentira.

- No, sé que lo haces. Tus ojos pueden estar vacíos pero cuando me miras veo arrepentimiento.

- Sí - JongWoo alzó la mirada -. Tienes razón, toda la mierda que dices es cierto, y sí me arrepiento profundamente, ¿sabes de qué? De haberte conocido. No sabes cuánto odio este sentimiento, todo sería más fácil si sólo fueras un simple desconocido.

- La luna está roja - Murmuró MoonJo -. Una noche como ésta tú y yo nacimos. Sólo que en ese entonces la luz de la luna era tan blanca como la nieve... ¿Crees que significa algo?

- Muerte. Porque en este día tan especial se va a derramar mucha sangre... incluida la tuya y me encargaré de eso...

- Adelante. Quiero ver que lo intentes. Es más... apostemos, quién será el primero en ser capaz de asesinar al otro. Pero también hay algo que me dice que ninguno saldrá con vida esta noche.

- En eso estoy de acuerdo... - Finalmente se soltó, teniendo entre sus dedos la sangre del pálido - Pero al menos tu maldición se acaba... es un sacrificio que aceptaré sin quejarme.

- Estoy seguro de que vas a llorar. - Sonrió MoonJo.

- Espero que te divierta burlarte de mí porque...

- Eres tan lindo. Nunca me cansaré de mirarte. Es más, no sabes cuánto extrañé mirarte. - Ladeó la cabeza manteniendo su sonrisa.

- te mataré... - Tragó saliva.


MyeonGwol era la doncella más hermosa del país. Casada desde hace tres años con el caballero GungSan. Él no podía estar lejos de ella, así que ella hizo un autorretrato perfecto de sí misma para que su marido lo llevara consigo al salir a trabajar. Uno de aquellos días, en el que salió a cortar leña, el retrato voló por culpa de una ráfaga de viento, llegando a la cabaña de un muchacho llamado Bae. Bae quedó embobado por la belleza del dibujo y fue hacia GungSan para hacer un trato. Bae tenía múltiples riquezas y retó al caballero a un juego para apostar gran parte de sus riquezas y a la esposa de GungSan. GungSan se vio cegado por la ambición y aceptó la apuesta, para su mala suerte, Bae le ganó tres veces seguidas, acabando por aceptar el perder a su esposa.

Ante esta situación, MyeonGwol intentó cambiar lugares con una de sus criadas, pero Bae se dio cuenta y se la llevó, sin antes cumplir el deseo de la doncella: esperar cinco días antes de llevársela. En esos cinco días, MyeonGwol preparó varias cosas para su marido; carne seca, agujas e hilo de seda. Y al terminar los días, fue llevada fuera del continente.

GungSan viajó para volver a estar con su esposa, pues no aguantaba estar sin ella. Comió de la carne seca y pescó en los ríos utilizando el hilo y las agujas que su esposa le dejó. Mantenía, también, a una pequeña grulla bebé bien alimentada para que no muriese, ayudándola a crecer para posteriormente ayudarla a volar y reencontrarse con su madre. La madre grulla al ver esta buena acción echa hacia su bebé, llevo a GungSan fuera del continente donde se encontraba su esposa en una fiesta de unión con Bae que duraba tres días.

Bae lo hizo sentarse en una mesa a parte de la del resto, en la cual no pudo beber ni comer nada. Cuando MyeonGwol lo vio, propuso algo. Trajo un vestido y dijo que; quien pudiese ponérselo y saber ascender y descender al cielo es quien pasara la eternidad a su lado. Bae lo intentó y logró ascender pero no volver a bajar. En cambio, GungSan, las ropas le quedaron perfectas y supo bien como controlar la bajada de la subida, reencontrándose con su amada esposa y pasando finalmente, el resto de la vida a su lado.

Ambos iluminando el cielo, deshaciéndose de la oscuridad del mundo, iluminado finalmente la vida, acompañando a todos los humanos de la tierra, jurandose el uno al otro nunca abandonarse.

Juntos. Amándose por toda la eternidad.

Siempre.

Amando...

Que doloroso puede resultar el amor a veces.

No siempre se quedan juntos sobre la tierra porque la vida es cruel.

Es por eso que la muerte resulta lucir más piadosa y hermosa.

Para JongWoo el deseo de morir era enorme, pero era demasiado egoísta para morir solo.

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MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora