25

100 14 5
                                    

Todo comenzó con una leyenda y acaba como otra. De aquellas que tapan la realidad con poesía y culpan a un monstruo inexistente.

Una historia donde no hay héroes ni villanos. Sólo malas decisiones.

Se sentía como el último día de sus vidas, y si sobrevivían, sus vidas se tratarían de un misterio, el paradero de muchos se perdería en las cenizas de un imperio, el imperio de un amor perdido.

JiEun y JungHwa están una al lado de la otra, la de cabellos más oscuros acaricia con delicadeza el pelo de la princesa. Aunque para ellas los rangos no existen, son solo dos humanas, incluso más o menos que eso, sólo dos almas, o solo dos corazones, solo dos seres existentes que se aman profundamente, en un mundo donde no puede existir un sentimiento como el de ellas, en un mundo asesino de amor. Un mundo injusto lleno de muerte.

La princesita que estaba de visita en el castillo peinaba el cabello de su amiga por última vez, admirando afuera la luna manchada en sangre, esperando ambas la llegada de la pelea, porque si iban a morir sería luchando juntas por el sustento de un reino. Con el honor intacto.

Y mientras la gente presionaba al rey a luchar, huían despavoridos, abandonando sus hogares y abandonando a la monarquía. Porque ellos no luchaban, sólo exigían, aunque no era totalmente su culpa, la cobardía y el miedo son esenciales en el ser humano.

JongWoo despedía a su hijo en el bosque, porque si todos iban a morir y la monarquía desaparecer... entonces que su descendencia si es que logra existir, viva una vida libre e independiente, sin servir o hacer servir a nadie. Que pueda crecer y amar, que pueda vivir y ser feliz. Después de todo más allá en el bosque aún tenía una familia esperándolo. Otro niño quien merecía un vida. Así que no estarían solos.

Quien fue el mejor amigo del rey, quien daría su vida por él y desde hace años que se la entregó y hasta dio su corazón, conversaba una última vez con la maldición de la luna. Al mismo tiempo que las tropas del rey se preparaban para una última lucha, cuando la princesa y su amiga alzaban sus espadas ante la llegada de los enemigos, mientras JiEun y JungHwa se besaban por última vez.

- Se ha castigado a sí mismo. - Murmuró MoonJo.

- Condenó su alma... y aún no lo entiendo.

- Se siente responsable del mundo. Y se siente responsable del sufrimiento de todos. Así que se ha castigado a sí mismo.

- Ha cometido pecados horribles... Los dioses castigaran su alma... ni siquiera en su próxima vida estará a salvo de sufrimiento, probablemente ni siquiera en las próximas después de esa.

- Tú también lo amaste. - Aseguró MoonJo.

- Ese no es tu asunto.

- Me gustaría no cruzarme con él en mis próximas vidas, aunque algo me dice que eso será imposible. Así que prometeme algo, Hwan.

- ¿Qué cosa?

- Si puedes interponerte... ¿Lo cuidarias por mí?

- Toda una vida. Y más que eso... para eso existo.

- Deberías existir por ti mismo.

- Yo decido eso, MoonJo.

- Fue un placer conocerte. Lástima que JongWoo haya decidido amar a ninguno.

- Él té escogio a ti. - Hwan abrió la celda dejando en libertad a MoonJo.

- ¿Eso crees?

- Todos estos años lo dejó bien en claro. Así que si uno tiene que morir primero. Por favor, muere por él.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora