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La cerámica se rompió en pedazos cuando le única mujer de su vida cruzó por esa puerta, tan delgada, tan débil, tan polvorienta.

- Areum.... - Entonó después de tantos años el nombre de su esposa.

La chica a su lado estaba igual que sorprendida, mientras que MoonJo aún se notaba algo sorprendido y sin procesar lo que había visto. Su reencuentro con ese muchacho no fue como se lo esperaba. Al contrario, había sido algo....

Vio a sus padres abrazarse y nuevamente sus pensamientos se esfumaron, se sintió aliviado, feliz, cálido.

Sonrió.

Y sus perros rodearon a la mujer, aullando como bienvenida.

- ¡No puedo creer que sigan vivos! - Los miró sorprendida - ¡Están tan viejos como yo! - Buscó con su mirada al tercero y luego se encontró con la triste mirada de su hijo.

Volvió a abrazarlo. MoonJo cerró sus ojos en el abrazo, volviendo a sentir a su madre, pero preocupándose de su estado.

- Ay, no.... - La mujer se separó - Deje a Gigi solo.... espero que le avisen que me liberaron.... ¿lo dejarán venir a visitarme? - Se cuestionó.

MoonJo recordó la noticia de hace 15 años atrás.

Lo había olvidado, tenía un medio hermano en ese palacio.

Mismo que miraba el desastre con su querido sobrino y mejor amigo a su lado.

- Tú papá liberó a mi mamá.... - Murmuró GiHyeok - Eso lo metió en problemas.... Mi hermano mayor es muy arriesgado....

- Eso lo hace tan increíble. - Ambos miraron como un enojado rey discutía con los ministros en torno a las leyes, ninguno de los dos entendían ni querían entender, eran simples niños.

- ¿Crees que lo encierren? - Preguntó GiHyeok.

- Si lo hacen ya no habrá rey....

- Tú serás el rey.

- Pero soy solo un niño.

- Incluso los niños tienen que tomar la responsabilidad de sus padres.....

Lamentablemente.

Esa noche la capital se mantuvo pacífica, al igual que la siguiente, y la que le sigue. No hubo más desaparecidos ni más asesinatos. Ni tampoco un reino sin su rey, pues no hubo condena alguna, en cambio, su sinceridad fue halagada y su buen acto fue vista por muchos reyes y líderes de las más alejadas tierras de Goguryeo.

Era injusto. Porque era considerado un hueso verdadero y por esa razón su castigo fue nulo.

- No te quejes, al menos ahora todo está bien. - Murmuró JiEun sentada delante de su mesa, JongWoo solía visitarla a su habitación.

- Pero qué hay de GiHyeok....

- Pregúntale qué es lo que quiere, quedarse en el palacio o irse con su familia. De todas formas, ¿por qué no podría tener visitas?

- Es mal visto....

- Crea una ley para que deje de serlo...

- Crear leyes no funciona así, aunque sea un rey, no puedo hacer lo que me plazca, también tenemos reglas.

- Faltaste muchas leyes que se te fueron perdonadas.

- Por eso es injusto...

- Muchos reyes extranjeros te pusieron el ojo, su majestad.

- No me llames así.

JiEun sonrió.

- Déjame ir a Silla.

- No.

- No ha habido ningún peligro en la capital ni en el palacio. No desapariciones, no asesinatos.

- Es lo que me desconcierta. Puede ser una trampa.

- ¿Trampa?

- Simplemente quédate y no me desobedezcas.

- ¡Oh! ¡Soy la reina, si quiero salir puedo hacerlo! - Se levantó molesta.

- ¡¡TE ESTOY DICIENDO QUE NO, MUJER!! - Volteó la mesita frente a JiEun.

La mujer volvió a sentarse y miró el suelo con una mirada que intentaba reflejar seriedad aunque sus manos hayan comenzado a temblar.

JongWoo trató de calmarse y salió con brusquedad de la habitación, siendo visto con ojos de desaprobación por las criadas.

- Cuando estos hombres se vuelven reyes, se creen con todo el derecho de maltratar a su esposa. - Murmuró una de ellas.

- No veo diferencia entre esta reina y la anterior. Ambas son igual de infelices.... que pena.

JiEun escuchó y no alegó ni regañó. Que hablaran. Hablen lo que quieran, de todas formas tienen razón en algo, no es feliz ni nunca lo fue, probablemente nunca lo sea. Está obligada a permanecer encerrada en un maldito palacio como una esclava, apenas puede ver a su hijo por tanto estudio y entrenamiento, y por supuesta seguridad, usar habitaciones separadas. Y su esposo ni siquiera se esfuerza para complacerla. Sabe bien que JongWoo tampoco quería esto, pero al menos ella quería intentar crear algo que no se fuera a la mierda tan rápido y no doliera tanto. No podría enamorarse de él pero quería que su cariño se mantuviera, y ahora mismo no estaba funcionando.

JongWoo era impulsivo. Cuando se enojaba podía ser capaz de matar a alguien pero simplemente no lo hacía. Se contenía y a veces solía explotar con palabras, con gritos. Daba miedo.

- ¿Dónde está Hwan? - Preguntó JongWoo con una mirada inexpresiva a los eunucos mellizos.

- Uh... Hwan está... - Se resolvieron entre ellos.

- Aquí estoy su majestad. ¿Me necesita?

- Deberías estar cada segundo a mi lado, ¿dónde se supone que estabas?

- Lo siento.... tenía que asegurarme de unas cosas en el palacio.

- Tenemos que salir, andando.

- ¿Salir?

- Tenemos que atrapar al asesino.

Claramente no hubo resultados en su búsqueda, no hubo ni una pista. Como si el asesino fuera un simple fantasma o una maldición sellada. No había explicación para su comienzo ni su final, al menos no desde la perspectiva del palacio. Aunque alguien tenía sus propias sospechas.

Pero si decía alguna palabra sabía que desataria el caoz en la mente del rey. Tenía que juntar pruebas y actuar prácticamente solo.

[♡]

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora