21. Llamas.

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El grito iracundo de Victoria se escuchó por todo el lugar, impactando de manera negativa a todos los presentes, salvo de ella que parecía no medir la fuerza con la que se manifestaba su cólera. Fue un espectáculo inquietante de ver cómo pasaba de una emoción a otra con la misma facilidad con la que respiraba. La rabia casi desapareció tan fugazmente como había llegado cuando revisó en sus cámaras y encontró con la sorpresa de que no había registro alguno de los crímenes anteriores, aquellos de los que tanto se ufanaba.

Los videos no estaban porque Rachel y yo decidimos apostar por ello. Pero no anticipamos que el sentimiento que sucedería a la ira de Victoria era una mezcla entre el hastío y una más que peligrosa indiferencia. Rachel y yo intercambiamos miradas preocupadas. Su reacción no se comparaba en nada a lo que habíamos imaginado.

― ¡ES TODO! ¡ME CANSÉ DE ESTA ESTUPIDEZ!

¡Bien, hasta que estamos de acuerdo en algo!

―No me importa más. Hik, Vaor, hagan con ellas lo que quieran. Me largo a mi habitación.

―Pe-pero Victoria...―Nerviosos, sus gorilas intentaron alcanzarla y razonar con ella.

― ¿Qué acaban de decir? ¡Es el colmo de la ridiculez! No quiero escuchar que me vuelvan a llamar por mi nombre.

―Lo sentimos mucho. No volverá a pasar. Pero, jefa, ¿no cree que es demasiado? Nunca hemos tenido que llegar a estos extremos. Es un punto de no retorno.

―Ustedes cabezas huecas, ¿acaso les pregunté su opinión? Simplemente háganlo. De todos modos, si no se encargan ustedes, lo haré yo. En este punto la mejor opción es deshacernos de ellas. Y por si no lo han notado, ya hemos pasado varios puntos de "no retorno". Así que no se hagan los inocentes ahora, imbéciles. No lo quiero volver a repetir.

¿Qué? No, no, no. Victoria, sé que estás loca y muy alterada, pero no serías capaz...

― ¿Y qué quiere que hagamos con esas dos? ―Preguntaron ellos al mismo tiempo.

―No lo sé y no me importa. Viólenlas. Mátenlas a golpes. Mátenlas y luego las violan. Me da lo mismo. Si no puedo grabarlas mientras las hago sentir miserables, insignificantes y que sufran para mí, entonces no me sirven para nada. Iré a mi cuarto, no quiero que me molesten. Si tienen algún problema, resuélvalo solos. Les pago por un trabajo, así que háganlo.

Rachel no pudo hacer oídos sordos a lo que Victoria dijo. Escuchar sus inclementes palabras la sacó completamente de quicio. Así como a Victoria la poseía una indiferencia total, a mi amiga ojiverde se le estaba escapando todo rastro de cordura. No parecía querer contenerse más o siquiera tener un mínimo de temor por lo que implicaban las palabras de nuestra compañera. Estaba fuera de sí. A nada se encontraba de sucumbir por el odio y la rabia.

― ¡VICTORIAAA! ―el grito desgarrado de Rachel logró llamar la atención de la aludida que se detuvo en seco mientras nos dirigía una mirada inquisidora.

No lo vi venir. Estaba demasiado aturdida con nuestro inminente final que ,por más que me empeñaba idear una manera eficaz de huir de esa situación tan desesperanzadora, no reparé en los signos que seguramente mostró Rachel antes de hacer lo que hizo. Justo cuando Victoria detuvo su marcha y se giró en la dirección de quien la llamaba de forma tan rabiosa, Rachel en cuestión de segundos extinguió la distancia que las separaba y le acertó un poderoso golpe en la cara.

La furia que mi amiga había puesto en ese puño era, sin duda, alimentada por tantas cosas que la sociópata de cabello corto nos había hecho pasar. Victoria no pudo reaccionar a tiempo y lo recibió de lleno cuyo impacto la hizo perder el equilibrio y caer patéticamente sobre su trasero. Aún atónita, escupió un poco de sangre antes de sobarse con la mano la barbilla rojiza e inflamada, lugar exacto donde recibió el golpe. Entrecerró los ojos, con disgusto.

[Life is Strange] Mi última esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora