30. Los sentimientos que nos unen.

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— ¿Por qué parece que de un momento a otro estás tan molesta? —Chloe alzó una inquisidora ceja mientras llevaba el vaso de su bebida preparada medio vacío a sus labios y le dio un gran sorbo. —Hace tan solo unos minutos estabas tan animada... hasta pareces otra. Nunca cambias, ¿eh?, Reina del drama.

— Sí... bueno, hace unos momentos estaba aquí Max y, en definitiva, HACE UNOS MOMENTOS no la estaba tratando de ligar un perfecto idiota como ese.

— ¿Hablas de Warned? Él ni siquiera representa un peligro. Es... ¿cómo decirlo? Un chico con 0 habilidades sociales. A veces hasta da pena...

Chloe se encogió de hombros, visiblemente despreocupada.

— Sí que da pena. Oh, espera, ¿seguimos hablando de Warren? Ese es el problema,  es tan parecido a Max que me molesta.

La chica más alta infló los cachetes, sorprendida con el comentario mordaz de su amiga y casi cedió al impulso de reírse a carcajadas. En parte era cierto, pero le sabía mal estar bromeando de ella cuando no había hecho nada para merecerlo.

—Te estás pasando—Chloe dijo divertida, antes de darle otro sorbo a su bebida para finalmente apagar sus ganas de seguirle el juego. —El alcohol no te está ayudando.

—Sí, lo sé. Quizá no debí decir eso, ¿ok? Sé que él no sería un problema usualmente. Si no fuera Max con la que está coqueteando. ¿A ti no te molesta, Chloe? —cuestionó Rachel Amber intentando mantener la vista en el frente y disimular, de forma no muy eficiente, cuando su mirada se perdía en dirección a su amiga quien mantenía una feliz charla con el torpe chico.

—Ya déjalos, Rach. Si sigues así vas a terminar acribillando al pobre con tan solo la mirada.

— Ganas no me faltan. Es que... ¡Arggh!¡No lo soporto! — La impaciente rubia empinó el contenido de su bebida y la estampó con fuerza en la rugosa madera de la circular mesa que compartía con la peliazul, quien no tardó en cubrirse la cara en un acto reflejo. No podían culparla, cualquier persona hubiera creído que el vaso no resistiría. Rachel impasible, rápidamente hizo una seña al barista para que le preparase otro igual. Era el cuarto de la noche. — Y tú, no te hagas la tonta, Chloe; te pregunté algo.

La aludida soltó un largo suspiro y se limitó a perder la mirada a ellos. Los observó un par de segundos y luego la regresó al vaso de su bebida.

—No es que no me afecte, —comenzó a decir mientras su comisura derecha se deprimía en un claro gesto de desagrado— pero si miras con atención, puedes darte cuenta que la postura de Max es algo tensa. El chico no le interesa, ella sólo está siendo amable. Me sorprende que no lo hayas notado.

El labio inferior de Rachel se desprendió, sorprendida. Ciertamente las intensas emociones de irritación y molestia le habían nublado el juicio. No había reparado en ese detalle.

El mesero las interrumpió al dejar la bebida de la rubia frente a ella y preguntó a ambas chicas si no se les ofrecía nada más. Rachel aprovechó la oportunidad y fingió leer la carta mientras observaba por encima de ésta a Max y compañía para comprobar lo que le había dicho su amiga. En efecto, su contraría tenía razón. Max se veía un poco tensa, pero a sus ojos la castaña estaba más que eso. Incómoda sería la palabra que mejor la describía. De forma casi instantánea la emoción que predominaba en Rachel no fueron los celos sino un puro y duro enojo. Si Max estaba así era por su culpa; porque no había visto con anticipación las señales para quitarle de encima a ese imbécil de manual.

—Tienes razón, ella se ve incómoda.

— ¿Ves? Te lo dije.—Chloe hizo un ademán de negación al mesero para que supiera que no iban a pedir nada más por el momento.

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⏰ Última actualización: Aug 14 ⏰

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