Capítulo 5
Desc091: Entonces... Estuve leyendo sobre las iguanas.
Desc091: ¿Sabías que nacen de un color verde vivo y brillante y a lo largo de su vida se va apagando hasta quedar un tono grisáceo? Y, si consideras tener una, tendrás que tener un depósito de insectos vivos.
Megan: Por supuesto. Investigue hasta que papá me dijo que no podía tener una por el miedo a los reptiles de mamá.
Megan: Los insectos no son un problema, los venden como si fuera pollo frito.
Desc091: Y tendrás que ganarte su confianza.
Megan: Sabes...
Desc091: Es un reptil que proviene de la familia de los lagartos no va a dudar en atacarte sin compasión si cree que eres una amenaza.
Megan: ... creo que les tienes miedo.
Desc091: No les tengo miedo. Soy precavido. Llegan a crecer hasta 2 metros.
Megan: ¿Estas asustado? Aww, pobrecito, le tienes miedo a las iguanas. Tu secreto está a salvo conmigo.
Desc091: No es gracioso.
***
—No aprendes la lección —se quejó una voz a su espalda.
Megan disimulo haber estado espiando a los empleados por cuarta vez consecutiva, en cambio se quitó una pelusa imaginaria de su blusa.
—¿Qué tanto buscas?
—Se me perdió un arete.
Melanie la miro con mala cara.
—Si sigues buscando ese arete por toda la empresa te vas a meter en problemas, otra vez. Estamos bajo supervisión, ¿lo olvidaste? Detente antes de que te quedes sin trabajo.
—No estoy haciendo nada malo —objeto—. Pero si te hace sentir más tranquila ya no me veras más por aquí.
De todas maneras su plan no estaba funcionando, eso de mandar mensajes y ver qué persona tenía su teléfono no era certero. Desc091 bien podría no leerlo en el instante que lo recibe. No, tenía que buscar otra manera, algo más sutil.
Aprovechando que bajo hasta el quinto piso fue a hacerse un café.
Megan se detuvo abruptamente e hizo mala cara al ver al empleado que estaba haciéndose un sándwich. Con la cabeza en alto fue directo a la cafetera, trato de ignorar su presencia.
—Buenos días, señorita Reed. Veo que nuevamente se encuentra rondando a los empleados, ¿debería preocuparme?
Megan soltó un bufido nada femenino.
—Me intriga y debo admitir que no soy el único en darse cuenta de sus recurrentes visitas a las áreas de trabajo de nuestros compañeros.
Campbell se apoyó en la mesa con los tobillos cruzados, comiendo su sándwich, ajeno a su molestia.
—¿No debería estar en la ratonera? —se mofo.
Se inclinó como si fuera a revelarle un secreto, por inercia se encontró haciendo lo mismo.
—Están desinfectando.
Desagradable. Ese tipo era en verdad un fastidio.
—Eso y que me pidieron que hiciera de traductor. Un posible inversionista japonés. Los idiomas se me dan bien y los números, la cocina también. Ahora estoy aprendiendo más sobre jardinería.
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Mensajes
RomanceMegan recibió un mensaje (del tipo que no se muestra ni a tu mejor amiga) de un compañero del trabajo. Al intentar descubrir su identidad surgen pequeños malentendidos, roces accidentales y un injustificado odio hacia un contable. Campbell es la per...