Capítulo 23

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Capítulo 23: Cosas de madres

31 de octubre

Melanie apoyo la frente contra el volante. ¿Cómo llego a esto? Hasta hace una hora estaba en la fiesta de disfraces de la empresa con su mejor amiga (que la había abandonado). Incluso desde la distancia supo que Megan estaba con Edward, no entendía porque se negaba a aceptar que había algo.

—El día en que anuncien lo suyo me hare la sorprendida —prometió.

El teléfono timbro cuatro veces antes de cortar. Sabía quién era sin necesidad de mirar la pantalla.

¿Una persona podía morir de vergüenza?

Un golpecito en el vidrio casi logra que Melanie salte del asiento. Sus mejillas todavía seguían rosadas por lo que evito el contacto visual. Bajo el vidrio y rezo porque su voz no temblara.

—¿Si?

Matthew White asomo su cabeza. Por supuesto que tenía que ser él.

Toda la culpa la tenía Rita. Melanie se acostumbró a evitar a Matthew, durante la semana su insistencia en buscarla le molesto y con más razón lo evito. Hasta que al fin le dio alcance una mañana cuando entraba en el ascensor (cuadrados metálicos hechos para el mal, los odiaba). El motivo por el que quería hablar con ella era solo para disculparse por el malentendido (del cual no estaba enterada hasta ese momento). Su mamá se había tomado la libertad de llevar a su hija a un restaurante con un completo desconocido.

Melanie exploto al llegar a su casa. Rita tuvo el descaro de no parecer arrepentida. Amaba a su madre pero a veces la volvía loca.

—No puedo creer lo irresponsable que eres —le había gritado.

—Una de las dos tiene que serlo y es obvio que tú no lo vas a ser.

Melanie se sintió tan ofendida que cuando hablo escupió un poco de saliva.

—¿Disculpa? ¿Qué insinúas?

—Te amo, pero eres tan estrecha de mente. A veces siento como si hablara con tu abuela. Tienes veinticuatro años, compórtate como una mujer de esa edad. Tira una cana al aire, como diría tu abuela.

—Soy madre, no puedo «tirar una cana al aire».

—Ser madre no significa ser monja. No tienes que casarte si no quieres pero disfruta de tu cuerpo antes de que todo empiece a colgarte.

—Ay, por... No voy a tener esta conversación contigo.

Pero Rita no se rindió y en vez de insistir con las palabras paso a la acción. Y volvió a sobrepasar el límite.

Melanie dejo a Megan en la pista mientras iba a por las bebidas, mientras esperaba rebusco en su bolsito su barra de labios. No encontró su labial, en cambio dos bolas tintinearon la una contra la otra. Se quedó mirando el interior sin entender, un minuto, dos, entonces lo supo. Fue a donde estaban los baños, el pasillo estaba vació, el lugar perfecto para llamar a su mamá.

—No puedo creerlo —no dejo que hablara. —¿Cómo...? ¿Por qué? No contestes eso, me hago idea de porqué.

—¿Qué tal la fiesta? —dijo con evidente alegría.

—Mamá.

—Solo dale un buen uso, puse el control remoto también. Dejaste bien en claro que no querías un hombre, al menos no desprecies mis regalos.

—Este no es lugar para eso.

Melanie estaba tan furiosa que aventó el bolso al suelo, su contenido se desparramo incluido el «juguete sexual». Como estaba sola no le importo. Excepto que no estaba tan sola como pensó, una persona trataba de llegar a los baños y para hacerlo tenía que pasar por su lado.

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