Capítulo 28: Beso de buenas noches
Cuando Megan quiere algo no hay quien la detenga. Y quería saber porque de pronto su mejor amiga y Campbell la esquivaban. No es como si tuvieran una aventura, esa idea no pasó por su mente, después de todo era el compañero de Campbell quien parecía demostrar interés en Mel.
Matthew dejó caer el sándwich antes de darle un mordisco, la mayonesa salpicó a Andrew, quien soltó una fuerte exclamación al ver como su camisa se manchó. El resto de los comensales igualaron su sorpresa, demasiado exageradas a su parecer.
Megan los ignoró, dejó su bandeja de comida antes de tomar asiento en uno de los lugares vacíos. Solo entonces se permitió escanear la mesa sin disimulo alguno, qué más daba que se dieran cuenta.
—¿Dónde está su otro compañero?
Linda empujó su almuerzo a medio comer. Andrew y el jefe fueron los primeros en huir. Darrell terminó de comer sin apresurarse y luego se fue. Lo que dejó en la mesa a Matthew, Linda y Maya. El primero porque sentía que tenía que quedarse y la última solo para enterarse de todo el chisme.
—Nuestro otro compañero, como le dices, tiene nombre.
—No es mi trabajo aprenderme sus nombres —sonrió inocente.
—Haces que pierda el apetito.
Después del camping de la empresa habían entrado en una tregua tácita, si se cruzaban simplemente seguían su camino como si la otra no existiera. Que poco duro.
—Nadie te retiene, puedes irte si lo deseas.
—Y dejarte hacer con ellos —señaló al par silencioso— lo que quieras.
—No voy a hacerles nada.
—Lo mismo le dijo la bruja a Hansel y Gretel.
Megan también empujó su bandeja de comida al centro de la mesa. Había olvidado porque fue en primer lugar, lo único que importaba ahora era hacer que esa mujer se tragara sus palabras. Odiaba admitirlo, pero extraño esto. Podía contar las victorias y derrotas que tenía con Linda, era una extraña relación (si es que a ese intercambio se lo podía llamar relación) la que tenían.
—Lo siento, olvidé que eras su guardiana. Oh, protectoras de los empleados que no pueden hablar por sí mismos, ¿me dejas tener unas palabras con ellos? Prometo no comerlos.
—No, primero los sazonarás, luego serán masticados sin contemplación.
Maya se inclinó sobre la mesa para susurrar a Matthew. —¿Siguen hablando de nosotros o de comida? Me perdí.
Megan cruzó los brazos y apoyó la espalda contra el respaldo de la silla, batió las pestañas con dulzura.
—¿Quieres ser la primera?
Las mejillas de Linda adquirieron un tono rosado. Un segundo, dos, tres. Frunció los labios y sus ojos tenían un brillo peligroso. Levantó un pedazo de zanahoria, la miro con cuidado, entonces la dejó caer en la salsa. Megan se tragó un grito cuando sintió las húmedas gotas en su rostro. Un segundo después sonó el clip de una cámara. La sonrisa de suficiencia de Linda fue la última gota del vaso.
Megan no tuvo reparo en tomar una porción de comida en su mano y lanzarla a la cara de Linda. Un acto que desencadenó otro en consecuencia, pronto la comida volaba en dos direcciones.
Varios empleados optaron por salir corriendo, el resto sacó sus cámaras y comenzaron a grabar. En tan solo cuestión de horas ese video habría recorrido cada piso de la empresa, pero eso no las detuvo. Al final fueron sus mismos compañeros quienes tuvieron que detener esa guerra de comida.
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Mensajes
RomanceMegan recibió un mensaje (del tipo que no se muestra ni a tu mejor amiga) de un compañero del trabajo. Al intentar descubrir su identidad surgen pequeños malentendidos, roces accidentales y un injustificado odio hacia un contable. Campbell es la per...