XXI

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FUTURO EN EL PASADO

XXI

Los pensamientos de Sesshomaru no dejaban de darle vueltas al asunto una y otra vez, y por asunto se refería a la sacerdotisa y a la niña, que eran finalmente, la misma persona, lo sabía, pero lo que todavía no entendía era en qué momento la había conocido, no lo recordaba, no había recuerdo alguno de ello, era como si le hubieran borrado la memoria en ese momento, como si esa parte de su vida se hubiera borrado por completo. 

¿La había conocido cuando era un demonio joven? ¿fue cuando era adulto? no tenía la menor idea, pero tal como era de esperarse de él, no se daría por vencido hasta encontrar las respuestas a sus preguntas. 

Finalmente, la aldea estaba libre de monstruos y felizmente Kohaku había encontrado no una, sino varias casas que se encontraban en perfectas condiciones, era una buena noticia, pues no tendrían que dormir al aire libre, sobre todo pensando en su hermana que no le faltaba mucho para dar a luz a su sobrino o sobrina. Para mala suerte su casa no estaba habitable, no por las condiciones de la casa en sí, sino por la energía maligna que había quedado en aquel lugar, aún tardaría varios días en que se disipara aquello, según le había dicho su cuñado, el monje Miroku.

Kohaku comenzó a preguntarse el por qué las casas se encontraban en tan buen estado, si se suponía que aquellos monstruos tenían ya tiempo invadiendo la aldea, aquello no le hacía más que imaginarse que quizá aquel portal no había aparecido de la nada, comenzó a creer que aquello era probablemente parte de alguna trampa, parte de algún plan, o alguien había salido de aquel portal, o algo parecido, no podía ser simple coincidencia que aquel portal hubiese aparecido en su aldea precisamente, pero más tarde les contaría sus impresiones a los demás, para ver qué era lo más acertado por hacer.

Ya era entrada la noche cuando Sango empezó a sentir unos dolores conocidos para ella, lo que le causó un poco de temor, después de todo no esperaba sentirlos hasta de unas semanas más.

—No te preocupes Sango —decía la anciana Kaede quien había llegado tan pronto como Miroku la fue a llamar—, no pasa nada, seguramente sólo calculamos mal la fecha de llegada —decía intentando tranquilizarla, de nada servía que estuviese más nerviosa de lo necesario.

—¿Usted cree? —Sango quería creer lo que decía la anciana, después de todo ella tenía mucha más experiencia en partos que ella misma, respiró hondo, no tenía caso darle más vueltas al asunto en todo caso, si el bebé quería salir ya, bueno, saldría ya.

—Kagome, Rin pasen —dijo la anciana llamando a las dos mujeres que se encontraban a la espera de su llamado.

Entraron con toda la tranquilidad que pudieron, haciendo caso a lo que les había indicado la anciana Kaede, no había por qué alarmar a nadie, no era cosa extraña que los partos se adelantaran un par de semanas.

Kagome le sonrió a Sango mientras se sentaba junto a ella, Sango le dio la mano a Kagome, no había palabras para expresar sus emociones, un poco de miedo, pero mucha alegría por estar prontas a conocer al nuevo integrante de su familia. 

—En cualquier momento conoceremos a tu bebé —dijo Kagome mientras le daba un apretón a la mano de Sango a modo de darle ánimos ante la titánica misión que tenía por delante.

—Sí —Sango sonreía nerviosa, pero ansiosa por tener a su bebé en brazos finalmente—, espero que sea un niño —añadió sonriente antes de sentir la siguiente contracción.

Kagome estaba ansiosa, el saber que su amiga tendría en brazos a su bebé en cualquier momento, le llenaba de una inusitada alegría. Observaba la destreza de Rin ante las indicaciones de la anciana Kaede, se notaba que la había asistido muchas veces ya. De pronto, se preguntó si estaría pensando en Sesshomaru en esos momentos.

—Kagome, ponte detrás de la cabeza de Sango, que se recargué en ti —le indicaba la anciana Kaede.

—Sí —contestó mientras se acomodaba detrás de Sango, conocía aquella posición, la había visto un par de veces en una que otra novela que veía su mamá.

—En la siguiente contracción puja —le indicó, Sango asintió esperando el momento para empezar.

Un grito ensordecedor resonó en la casa, Kagome sintió un hueco en el estómago al escuchar el grito de su amiga, de pronto se le habían ido las ganas de tener un bebé, pero, por otro lado, seguro que valía la pena pasar por tanto dolor.

Futuro en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora