XIII

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FUTURO EN EL PASADO

XIII.

Inuyasha había despertado. Pero se encontraba, muy, muy lejos de donde lo esperaban. Cuando abrió los ojos vio la cabaña de la anciana Kaede, pero de alguna forma parecía diferente y, además, aquella sensación de estar olvidando algo no lo abandonaba. Era aún temprano, pero pronto salió una mujer de la cabaña.

—Inuyasha, ya te he dicho que no debes quedarte aquí afuera —la voz de la mujer parecía un tanto distante, pero su semblante le decía otra cosa.

—Kikyo —era como si la hubiese dejado de ver durante mucho tiempo, sentía que la había extrañado demasiado.

—No me veas así —replicó ella ruborizándose levemente—¸voy a la aldea vecina, dicen que necesitan ayuda con un monstruo que está causando destrozos, dime ¿me acompañarás? —la razón por la que se lo pedía con tal libertad era porque se había percatado que aún no había nadie despierto por los alrededores.

—¿Eh? Sí, está bien —los pensamientos de Inuyasha estaban confusos, pero de ninguna forma se hubiera negado a la petición de la miko.

—Me alegro —sonrió ligeramente y regresó a la cabaña por sus cosas—, andando —Inuyasha estaba feliz de verla, sin embargo, la sensación de que algo le faltaba no lo dejaba tranquilo.

Caminaron hasta donde se encontraban los caballos, tomaron uno y luego se dirigieron al templo donde se encontraba la perla de Shikon, Kikyo al ver la mirada de Inuyasha le dijo— No creas que puedes tomarla, pondré un conjuro que ni tú podrás romper —entró al templo ante la mirada de fastidio del hanyou.

Cuando Kikyo salió, Inuyasha pudo sentir algo diferente, como si de pronto aquella perla le estuviese hablando de alguna forma. Negó con la cabeza, eso no podía ser, seguramente no era más que su imaginación.

En el camino Kikyo observó a Inuyasha y le dijo— Hoy estás más callado que de costumbre y de mejor humor —sonrío.

—¡Feh! —fue la respuesta del mitad bestia, desviando la mirada, Kikyo sonrío al ver el fastidio que le causaba con sus observaciones. Extrañaba eso, lo había extrañado todos esos años.

Kikyo reía ante los gestos de Inuyasha, ante la expectativa de un viaje junto a él lejos de la aldea y, sobre todo, lejos de la perla, podía entonces ser un poco más mujer, ser un poco más normal, podía relajarse. El simple hecho de estar con Inuyasha le daba paz a su alma.

No obstante, Inuyasha traía un lío en la cabeza, si bien se encontraba feliz de estar con Kikyo, algo no encajaba ahí, algo le retumbaba en la cabeza diciéndole que eso no es lo que se suponía tenía que estar pasando. Tampoco dejaba de pensar en ese llamado por parte de la perla, no podía dejarse seducir por el poder de ésta, no, si lo hacía, seguramente... pondría en peligro a Kikyo.

Al llegar a la aldea donde Kikyo exterminaría al monstruo, le pidió a Inuyasha que se quedara lejos de ahí, era bien sabido por todos que en aquel lugar no aceptaban a ningún demonio, veían mal a quienes se llevaban bien con ellos, y solían matar a los hanyous que nacían de la relación, ya fuese consentida o no, de entre humanos y youkais— Inuyasha

—Lo sé, te esperaré aquí —dijo él, sabía bien de aquella aldea, su madre le había advertido más de una vez de aquel lugar.

Después de lo que le pareció una eternidad, vio como Kikyo llegaba hasta dónde él estaba. Venía cargada de pies a cabeza.

—Vaya ¿no te da pena recibir todo eso? —preguntó Inuyasha con desgano.

—No veo por qué, son muestras de agradecimiento y sería grosero no aceptarlas —dijo tranquilamente—, aunque creo que se han excedido un poco —dijo viendo todo el cargamento encima del caballo—, me temo que deberemos tomar un descanso antes de llegar a la aldea.

— ¡Feh! Como sea, andando —se pusieron en camino, Inuyasha no lo sabía, pero para Kikyo, la expectativa de posponer su llegada a la aldea le hacía muy feliz, si tan sólo pudiese vivir libremente con él, pensaba.

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