XXXVI

45 10 2
                                    

FUTURO EN EL PASADO

CAPÍTULO XXXVI.

El camino a aquella aldea se les había hecho eterno y no precisamente por la distancia, tenía que ver más con el hecho de que se sentían completamente destrozados, sin esperanza, se veían atormentados por la vivida imagen de la que habría sido hermana, amiga, esposa... madre.

Kagome avanzaba en silencio detrás de Kohaku quien seguramente prefería estar con su familia y no ahí consiguiéndole un doctor, pero era demasiado bueno para decir nada, por lo que al llegar a donde se encontraba aquel supuesto doctor, lo detuvo del brazo y le dijo.

—No te preocupes por mi... puedes regresar con las niñas seguro que te extrañan —podía ver en su mirada que se encontraba destrozado por todo lo ocurrido, no dijo una palabra, pero asintió e intentando sonreír se marchó.

Se quedó entonces sola frente a aquella casa, indecisa en entrar o no, aunque no tenía alternativa, después de todo necesitaba que alguien la revisara; las imágenes de Inuyasha con Kikyo no la dejaban pensar con claridad, suspiró cansada y se adentró en la casa, no había otra opción en esos momentos.

—Con permiso —dijo Kagome mientras entraba en aquel lugar. La casa se encontraba casi en total oscuridad, y de no haber estado distraída pensando en lo que podría o no significar el haber visto a Inuyasha, se habría dado cuenta de que alguien la observaba desde algún rincón de aquel lugar.

—No puedo decir que estoy decepcionado, pero esperaba un poco más de una sacerdotisa con tu reputación —aquella voz chillona la tomó por sorpresa, había estado caminando sin prestar atención.

—¿Es usted el doctor...? —preguntó mientras intentaba localizar al dueño de la voz, aquel comentario la había irritado, pero no era momento para ponerse quisquillosa.

—Bueno... debo ser yo, de otra forma creo que te habrías equivocado de casa —rio con saña mientras iba apareciendo a la vista de Kagome con paso lento, la verdad era que aquella voz chillona no coincidía con su aspecto.

Kagome lo observaba y no podía dejar de sentir que había algo extraño en aquel hombre, quizá era aquella mirada o su voz, pero algo no cuadraba con su aspecto, era como si fuesen dos personas; intentó no pensar en eso y supuso que se debía a que le causaba molestia por el hecho de que hubiese pasado inadvertido para ella.

—Veamos —dijo el sujeto mientras la observaba detenidamente—, parece que ese hombro está deshecho —levantó las cejas al ver la expresión de sorpresa de la sacerdotisa—; no soy adivino si eso es lo que te preguntas —señaló su hombro añadiendo—, los moretones ya son evidentes, quizá ya lo acomodaron más de una vez, pero seguramente no has tenido el debido cuidado —afirmó seguro de que lo que decía era verdad.

Kagome no podía negar nada de lo que le había dicho y en cualquier caso no tenía importancia, lo que ella quería saber era —¿Puede curarme? —preguntó sin rodeos, pero lo más cortésmente que pudo.

El hombre seguía observándola, meditando en sus siguientes palabras.

—La pregunta no es si puedo, la pregunta es ¿qué obtengo yo a cambio? —sonrió al ver la confusión en el rostro de la sacerdotisa.

Futuro en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora