XXXVIII

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FUTURO EN EL PASADO

CAPÍTULO XXXVIII.

Aquellos inoportunos recuerdos sobre aquella niña, lo dejaban tan absorto intentando descifrar en qué momento la había conocido y por qué la había olvidado, por qué ella no lo recordaba, si es que lo que él creía verdad era cierto; la cabeza comenzaba a molestarle de tanto pensar en ello, pero lo que más le molestaba no era el hecho de tener aquellos flash backs, sino el hecho de que no tenía ningún objeto o algo tangible que pudiese conectarlo realmente con aquellos recuerdos.

-¡Sesshomaru! -¿en qué momento se había quedado dormido? Sus parpados le pesaban tanto, como si cargase bultos y bultos de arena en ellos, aquella voz le parecía tan familiar, cuando finalmente pudo abrir los ojos se dio cuenta que no había nadie ahí ¿quién le había hablado? Solamente estaba él, él y aquella oscuridad que había estado observando desde hacía horas ya.

Después de todo lo que le había ocurrido últimamente, no le parecía tan descabellada la idea de que se hubiese quedado dormido sin siquiera enterarse, aunque para él el dormir fuese casi imposible en aquellas circunstancias; sacudió la cabeza intentando sacudirse el sueño o quizá aquella sensación de desasosiego que lo había invadido de la nada.

El aire golpeaba con ahínco las hojas de los árboles, ansiosas de volar alrededor de aquel demonio de cabellos plateados; a él le parecía eterno ya la espera del regreso de Jacken.

Miroku parecía haber conciliado el sueño finalmente, cualquiera que lo viese podría jurar que estaba dormido, cualquiera menos Kohaku, quien podía darse cuenta que seguramente el monje era quien se encontraba más despierto que cualquiera de ahí, incluyéndolo a él.

Kohaku suspiró cansado y cedió con placidez al sueño; fue entonces que Miroku abrió los ojos, hinchados, llenos de lágrimas retenidas y el hecho de que su cuñado hubiese finalmente cedido al sueño, no le molestaba en absoluto, en aquellos momentos la realidad era que no sentía la necesidad de dormir, lo que él buscaba con total franqueza era echarse a llorar, a berrear del dolor, pero en su posición era un lujo que no podía darse, su vida ya no le pertenecía en absoluto, su vida eran sus hijos y hasta no estar absolutamente seguro de que estaban a salvo, no podía derrumbarse, no podía dejarse morir.

En aquel momento fue que se percató de algo, Kagome no se encontraba en aquel lugar, parpadeó un par de veces pensando que quizá no la veía en medio de la oscuridad, pero en efecto no se encontraba ahí, tosió un poco intentando llamar la atención de Kohaku quien respondió casi al instante.

-¿Qué ocurre? -preguntó el exterminador medio adormilado aún.

-¿Dónde se encuentra Kagome? -veía Kohaku intentando hilar sus pensamientos.

-La señora Kagome... -no podía acostumbrarse a escuchar que la llamaran señora-, ella... ah sí, es verdad; su hombro se encontraba lesionado así que fui en busca de un doctor como habíamos hablado, una vez que lo encontré la llevé con él, ya era algo tarde en realidad, quizá por eso aún no regresa -supuso Kohaku ante la mirada inquisitiva de su cuñado.

-¿Y en dónde se encuentra aquel doctor? -preguntó con un poco de aprehensión.

-Se encuentra casi en las afueras de la aldea, según los habitantes de aquí es realmente bueno en lo que hace, además que por lo regular no cobra -apuntó el muchacho como punto extra-. Quizá tuvo que quedarse a reposar -comenzaba a meditar un poco en el hecho de que la hubiese dejado sola.

-Puede ser -convino también. Aunque no le agradaba la idea tampoco, ¿sería prudente salir a buscarla?- Seguramente es eso, mañana iremos por la mañana a ver que ha ocurrido -convino con Kohaku y cerró los ojos, siendo imitado por el muchacho.

La realidad era que ni Miroku ni Kohaku tenían energías para preocuparse por más nadie, por nada más por lo que habían atravesado recientemente. La muerte de Sango, eso, eso simplemente les había mermado de sobremanera.

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-Higurashi Kagome -fue lo que escuchó cuando aquel doctor la comenzó a curar.


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