XXVIII

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FUTURO EN EL PASADO

XXVIII.

Se negó ante tal pregunta, no, aquella mujer no tenía razones para salir a buscarlo en medio de la noche, menos aún en las circunstancias en las que se encontraban. Pero instantes después se percató que la mujer había encontrado lo que buscaba, a él.

—Sesshomaru —escuchó decir a la sacerdotisa que se iba acercando de a poco hacia él.

Kagome respiraba con fuerza, le dolía el tener que respirar, el aíre frío le quemaba la nariz, no lograba distinguir claramente la figura de Sesshomaru, pero podía sentir que se encontraba ahí cerca. Lo llamó esperando alguna respuesta por su parte, no hubo ninguna como era de esperarse, la vista se le había nublado un poco por el esfuerzo y con la oscuridad de la noche le era difícil localizarlo exactamente, se fue abriendo paso entre la noche, entre los árboles, hasta que finalmente llegó hasta él.

—Sesshomaru —dijo nuevamente, sin esperar ninguna respuesta.

—¿Qué haces aquí? —no esperaba siquiera que le dirigiera la palabra, menos aún que le preguntara por la razón que la llevaba a buscarlo. Sesshomaru continuaba pensando en que aquello era demasiado extraño, ¿qué hacía aquella mujer en medio del bosque a esas horas? ¿había pasado algo? seguramente.

—Te estaba buscando —dijo mientras confirmaba lo obvio, dando un paso más hacia adelante, haciendo que Sesshomaru sintiera la necesidad de echarse hacia atrás.

Sin embargo, no se movió, se quedó parado en el mismo lugar en el que estaba segundos antes, dejó que la humana se acercara a él, la siguiente frase lo tomó por sorpresa.

—Te necesito —dijo en un susurro la sacerdotisa, haciendo que aquello sonara un poco raro debido a la respiración aún entrecortada por la reciente carrera, incluso en esos momentos Kagome no pudo evitar sentir un leve rubor en sus mejillas, que forma tan ridícula de pedirle un favor pensó mientras intentaba alejar el rubor de su rostro.

Sesshomaru se quedó impasible, como si no hubiese escuchado aquello, como si no hubiese notado aquel leve rubor en la sacerdotisa, como si él no hubiese pensado en nada descabellado. 

—Eh... —Kagome continuó entonces con su relato—, quiero decir, creo que... bueno, creo recordar que Rin me había contado que en una ocasión tú, tú la reviviste —Kagome lo veía directo a los ojos, el demonio no pudo evitar sentir una pizca de compasión al ver sus ojos llenos de lágrimas ¿había aparecido finalmente Inuyasha? ¿estaba muerto?—, por favor.... necesito, que, necesito —cerró la boca y mordió sus labios por dentro intentando controlarse—, quiero que uses tu espada en Sango —¿quién era?—, ella, su bebé está bien, pero ella —quizá se refería a la mujer que estaba embarazada—, por favor, por favor —dijo Kagome mientras dejaba atónito a Sesshomaru al arrodillarse ante él y prácticamente implorarle por aquel favor.

El demonio enarcó una ceja, incrédulo de lo que veía ¿acaso aquella mujer creía que era tan vil y mezquino que era necesario rogarle de esa forma? no supo por qué, pero aquello le dolió.

—Se que no tienes ninguna obligación, pero por favor yo... yo haré lo que sea, por favor —Kagome levantó la cabeza al ver que Sesshomaru no emitía sonido alguno, lo vio por un segundo a los ojos y en ellos pudo ver algo, algo que no estaba segura si se debía a la molestia que le estaba causando o a otra cosa, pero luego de eso Sesshomaru dio media vuelta y comenzó a andar hacia la aldea dejando a Kagome perpleja.

—Andando —dijo Sesshomaru al ver que la sacerdotisa no lo seguía. 

Kagome se levantó casi de un brinco al ver que efectivamente Sesshomaru iría en su ayuda, sólo esperaba que funcionara, no estaba del todo segura de la forma en que funcionaba la espada, quizá existiera un límite de tiempo o quizá sólo funcionaba bajo ciertas circunstancias, no lo sabía, pero al menos había logrado que Sesshomaru fuese a ayudar a Sango, él era su última esperanza.

Sesshomaru había comenzado a caminar mientras aquella última frase de la humana no dejaba de rondarle en la cabeza 'haré lo que sea' ¿lo que sea? quizá si fuese el mismo demonio de antaño le hubiera tomado la palabra, no, ni siquiera entonces admitió, ¿qué había querido decir con lo que sea? ¿qué clase de sujeto creía ella que era? no podía negar que le había disgustado la forma en que le había suplicado, pero más le molestaba el hecho de haber aceptado ayudarla con tal facilidad, cómo si no tuviera él sus propios problemas, cómo si no tuviera que encontrar la forma de matar a aquella maldita bruja o lo que sea que fuera, gruñó desaprobándose él mismo ¿en qué clase de idiota se estaba convirtiendo? No... lo que pasaba era que iba a saldar la deuda que tenía con ella, sí, era el pago de la deuda por haberlo liberado de aquel hechizo, sí, no era nada más que eso. Claro, pensó, si tan sólo pudiese creerlo.

Futuro en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora