XXIII

61 13 4
                                    

FUTURO EN EL PASADO

XXIII

No supo en qué momento Rin había tomado su lugar junto a Sango, al parecer la anciana Kaede le había indicado que estuviera atenta a la respiración de Sango. Mientras Kagome estaba casi encima de Sango, aplicando peso en su vientre y haciendo movimientos para que pudiera expulsar finalmente al bebé. 

—No te detengas —escuchó decir a la anciana Kaede— ya casi lo tengo —la anciana parecía hurgar entre las piernas de Sango, buscando la forma de sacar a aquel bebé que se negaba a salir de su mamá. No fue mucho tiempo después que al fin logró salir, no obstante, ni Rin ni Kagome se percataron pues no había llanto que confirmara su nacimiento—, detente Kagome, ya ha salido —tuvo que decirle la anciana pues Kagome continuaba con sus maniobras.

—¿Ya salió? —preguntó Kagome extrañada, pensando que quizá con todo el ajetreo no había escuchado el llanto de la criatura, pero al voltear a ver a la anciana se dio cuenta que algo andaba mal, el bebé que traía en brazos comenzaba a ponerse morado, no estaba respirando.

Kagome se levantó mientras sentía los brazos y las piernas ya entumidas, las lágrimas caían sobre su rostro, pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras la anciana Kaede veía con impotencia al pequeño bebé entre sus brazos.

—Anciana Kaede —escuchó llamar alarmada a Rin.

—Toma al bebé, intenta que respire —dijo la anciana entregándole el bebé a Kagome, mientras corría de nueva cuenta hacia Sango, quien parecía no mejorar en absoluto— ¿qué sucede? —le preguntó a Rin.

—Su respiración, casi no respira —dijo quedamente. Cómo era posible que las cosas fueran de mal en peor.

Kagome veía al bebé sin estar segura de qué hacer, de pronto, un recuerdo vino a su mente, se obligó a tranquilizarse para recordar bien aquello, había sido hacía varios años, pero en su escuela los habían hecho tomar un curso de primeros auxilios. Habían hablado de qué hacer en caso de que un adulto dejara de respirar, pero apenas habían hablado de lo que se tenía que hacer con un bebé, pero aquello era mejor que nada. 

Pronto Kagome comenzó a inhalar y exhalar intentando tranquilizarse, tenía que hacerlo bien, no había tiempo que perder. Tranquilízate tú puedes se decía Kagome mientras veía al bebé entre sus brazos, mientras las lágrimas le impedían verlo claramente. Respiró una, dos veces, no podía dejarlo morir sin siquiera intentarlo, quizá habían pasado segundos o minutos, no estaba del todo segura, pero debía hacer que aquel bebé comenzara a respirar.  Una vez que se tranquilizó lo suficiente, la voz de su instructor comenzó a escucharse en su mente.

Si se trata de un infante, un bebé menor a dos años, que no pueda respirar, ya sea porque tiene atorado algo en sus vías respiratorias o porque simplemente ha dejado de respirar, se debe acomodar de tal forma que el bebé quede recostado en nuestro brazo boca abajo, mientras con la palma abierta golpearemos con firmeza pero con fuerza medida, a fin de que expulse lo que sea que obstruya sus vías respiratorias, se debe hacer un par de veces, con ritmo, el bebé debe estar levemente inclinado, si el corazón se ha detenido...

Sí, podía escuchar claramente lo que tenía que hacer, no estaba segura de que funcionara, pero algo era mejor que nada, además no parecía tener fluidos en su nariz, era lo primero que había hecho, succionar con su boca en su nariz por si tenía algo de líquido, pero no había salido nada, a simple vista no se veía nada, esperaba que aquello le ayudara al bebé a reaccionar.

Mientras tanto afuera Miroku de pronto tuvo un mal presentimiento, como si algo anduviera mal, pero no quería hacer caso a aquello, no había razón para pensar que algo malo fuese a ocurrir. Pero en cualquier caso se levantó y se quedó frente a la puerta incapaz de abrir, algo se lo impedía, no estaba seguro, pero tenía que entrar; podía sentir la mirada de Kohaku observándolo, ¿él también tenía un mal presentimiento? Miroku sentía que el corazón le latía con tanta fuerza que por un momento pensó que se desmayaría, tomó el borde la puerta y tras un segundo de titubeo estuvo a punto de abrir la puerta, cuando dentro de la casa escuchó algo, algo que le detuvo el corazón de golpe.

Futuro en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora