Capítulo 37

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—¡Lya! ¡Cuánto tiempo sin vernos! —Soltó la abuela materna de la nombrada. La albina no reaccionó ni respondió al abrazo que la mujer le había dado. 

—Más de un mes...No es la gran cosa. —La anciana la soltó de golpe cambiando su sonrisa por una cara agotada. 

—¡Ay Shu! —Dijo recuperando su ánimo. —¡Cariño! ¡Mírate que grande! Te he visto en las noticias últimamente ¿Trabajas en algo nuevo?

—Algo así... —Dijo algo nervioso e incómodo por el contacto físico tan envolvente de su abuela materna. 

—Ah...Tu. —El adulto asintió sin una expersión legible al "saludo" que le habían dado. —Esperaba que no vinieras. 

—No se cómo pensabas que mis hijos vinieran al cumpleaños de mi querida ex esposa... —Contestó sin una expresión clara. —¿Dónde está Alya?

—Por allá. —El adulto pasó primero, dejando luego a Shu y posteriormente a Lya como la última en pasar. —Pero pon cara de como si quisieras venir Lya. Igual que tu padre, por dios. —Siguiendo el consejo de su hermano mayor, se quedó callada siguiendo al adulto para encontrar a su mamá. 

—Hola Hisa... —Dijo la mujer que estaba sentada en su escritorio al sentir la mano de su ex esposo en su hombro. —En un momento acabo. 

—Cierra la puerta Lya, por favor. —La nombrada hizo lo dicho para luego sentarse en algún lado de la oficina. —¿Por qué tu madre siempre nos está molestando? Ya le dijo cosas a Lya de nuevo.

—¿Qué te dijo Lya cariño? —Preguntó Alya dirigiéndose a la menor de los Kurenai. 

—Que pusiera cara de que queria estar aquí.  —Respondió la nombrada con voz neutra. 

—Le dije que no les dijera nada. —Murmuró la mujer algo molesta y estresada por ese comienzo de su festejo. 

—Si ya sabes que no te escucha. —Replicó Hisa, el padre de ambos jóvenes. 

—¿Y qué quieres que haga entonces? —Discutió la mujer, aumentando el tono de voz. Hisa se llevó la mano a su rostro. 

—No hagas una reunión en tu casa; ya habíamos dicho que en la mía.

—Tenía que trabajar.

—Y yo también. —Shu suspiró y mejor se puso a revisar su celular. Lya, por otro lado escuchaba la discusión sin intervenir en ella.

—Ya, no quiero discutir. —Sentenció la mujer, poniendo un punto final en el documento que estaba realizando. Lo guardó y se giró a los dos adolescentes. —¿Cómo están chicos?

—Bien, todo tranquilo. —Respondió Shu. —Algo ocupado con el evento de la WBBA; soy uno de los invitados de la organización. Así que es mucho que hacer. 

—Suena bien. —Murmuró la mujer, miró a Lya antes de preguntarle. —¿Y tu, Lya?

—Bien. —Respondió a secas. Un silencio incómodo se formó en el ambiente. 

—¿Y tu amigo, Aiger? ¿No lo invitaste?

—... —Se quedó en silencio unos segundos. —Estaba ocupado. 

—Okey. —Soltó la mujer en un suspiro. —Hisa ¿Y el trabajo?

—Bien.

—Me alegro. —Se levantó del escritorio, estirando su espalda. —¿Se quedarán todo el fin de semana?

—No... —Respondió el hombre con simpleza. —Tengo trabajo mañana. 

—Es sábado. —Dijo la mujer, de nuevo con indicios de iniciar una discusión. El adulto la ignoró por completo. —Claro. Entonces...¿Qué quieren hacer hoy?

—¿Podemos irnos a casa? —Preguntó Lya, a lo que el hombre estuvo de acuerdo. 

Shu y su madre compartieron una mirada cansada. 



El método Aiger (Aiger Akabane)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora