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Emilio no tardó mucho en despertar, tanteó con su mano el lado izquierdo de la cama, pero éste se encontraba vacío. Abrió sólo un ojo para confirmar que sí, Joaquín se había ido de su lado.

Y no sabe cómo describir el vacío tan grande que sintió cuándo no vió la cabellera castaña contra la almohada.

Se acostó boca arriba y extendió sus brazos por todo lo largo de la cama, le costó un poco acostumbrarse a la luz, pero cuándo lo hizo soltó un suspiro a la par que abrió los ojos.

Y así se quedó por unos minutos, su mente siempre rondando en cierto hermoso chico de cabello castaño y ojos mieles cómo el ámbar. No tiene idea de en qué momento todo se convirtió tan serio con él, pero a decir verdad tampoco le importa mucho, sólo sabe que está feliz de que haya pasado.

Luego pensó en María, ella le había dejado en claro que quería que encontrara el amor de nuevo, que viviera nuevas experiencias, que conociera personas, y... a pesar de que él le había casi jurado que sería imposible encontrar el amor de nuevo, ahora no está muy seguro de eso.

Ahora Emilio está comenzando a amar unos ojos mieles que no son lo de María, ama unos labios carnosos y rosados que no son los de María, ama a alguien que no es María.

Y eso se siente bien, por primera vez siente bien el hecho de fijarse en alguien.

Y no lo malinterpreten, él no dejó de querer a María ni dejará de hacerlo nunca, le tiene un amor y respeto infinito a la mujer que lo hizo padre de 3 hermosos niños.

Sin embargo, aprendió a soltar.

Así que, éste Lunes por la mañana del mes de enero Emilio Osorio decidió que era hora de dejar libre a María, decidió que merecía ser feliz con la persona que quiere a su lado justo ahora y sobre todo, decidió amar y ser amado nuevamente.

Porque todos son merecedores de amor.


"Leidy, no le des pastel a Allie ni a Logan hasta que desayunen" - Regañó Joaquín

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"Leidy, no le des pastel a Allie ni a Logan hasta que desayunen" - Regañó Joaquín

"Pero, Joaco ¡Es pastel de coco!" - Lloriqueo Logan.

"Si, y lo tendrán cuándo desayunen"

Joaquín ignoró cómo Leidy les dió un pequeño trozo a ambos niños según ella a escondidas, sólo lo dejó pasar porque le pareció gracioso su intento de disimulo.

Ely rodó los ojos con diversión al ver a la pelinegra ser tan obvia, pero de igual forma no dijo nada para no terminar de delatarla.

Kat entró a la cocina poco tiempo después, una sonrisa enorme adornaba su rostro y sus ojos brillaban cómo nunca.

"¡Joaco! Aquí estás, tengo que hablar contigo" - la chica comenzó a tirar de su brazo para sacarlo de la cocina.

"Yo no tomé tu labial rojo, fué... ¡Allie!" - Catherine frenó de golpe y ladeó la cabeza.

El Niñero // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora