48 - Epílogo

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Una nena de 1 año, con su cabello castaño rizado y sus hermosos ojos cafés, entró al ojo del público sosteniendo una pequeña canasta entre sus manos. Todos veían con adoración cómo la bebé daba pasos torpes, ya que apenas había aprendido a caminar, y tiraba pétalos de rosas descuidadamente mientras avanzaba.

Detrás de ella, el pequeño de ojos mieles y su cabello igual de rizado cómo el de su hermana, caminaba distraídamente y con sus grandes ojos mieles mirando todo con atención. Todos rieron cuándo el pequeño tiró todos los pétalos en un sólo lugar, no había llegado ni a la mitad del pasillo cuándo su canasta estaba vacía. Además, estaba caminando muy lento, pero era demasiado tierno cómo para que alguien le dijera algo, así que lo dejaron continuar.

Emilio cargó a la pequeña bebé mientras esperaban a que el nene terminara su recorrido.

"Hola, Alessandra" - Besó su nariz respingada - "Te ves muy bonita con éste vestido, cómo una princesa" - la bebé rió cuándo su papá comenzó a dejar besos por toda su cara, haciéndole cosquillas.

La risa aguda llamó la atención del bebé que recorría el pasillo, así que corrió, tropezó calléndose, se levantó, y siguió corriendo hasta llamar la atención de su padre.

Emilio lo alzó en brazos también - "Y tú, mi pequeño principe" - Dejó un beso en su mejilla - "Hiciste un buen trabajo con las flores, Dylan"





Emilio lo alzó en brazos también - "Y tú, mi pequeño principe" - Dejó un beso en su mejilla - "Hiciste un buen trabajo con las flores, Dylan"

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Dejó un último beso en las frentes de sus bebés y se los entregó a Catherine y a Leidy. Elyzabeth no podía cargarlos, su pancita redonda de 6 meses se lo impedía. La ojinegra se hizo una inseminación artificial con los óvulos de las dos y quedó embarazada.

La música en la iglesia comenzó a sonar, era sólo cuestión de minutos para que su Joaco apareciera con un hermoso vestido blanco y cruzara ese pasillo. Se sentía nervioso, las manos le sudaban y su pié no dejaba de tener aquel tic en dónde no podía dejar de moverlo.

Era cómo si fuera a ver a Joaquín por primera vez, su corazón le latía con fuerza y no sabía que hacer para apaciguarlo.

Fué peor cuándo lo vió entrar, todo se veía en cámara lenta, y juraría que podría tener un paro cardíaco.






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El Niñero // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora