28 - La Mudanza.

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Peeta aún está impresionado de que haya dicho que sí a su propuesta. 

-Hey, ¿estás bien?. -le pregunto.

-Oh. Sí, sí, sí. ¿Es en serio?

-Es en serio.

Suspira y cierra los ojos, sonriendo.

-¿En tu casa?. -pregunta.

Lo pienso durante un momento. No. Ya no quiero estar aquí, conlleva muchos recuerdos que no quiero que pasen por mi mente en estos instantes de felicidad. Prim. Aquí sigue su recuerdo, su sombra; aquí vivió, durmió, comió. Aquí estuvo Cinna. Aquí la presencia de mi madre. Aquí lloré, me derrumbé, me sentí mal. No. Es demasiado.

Niego con la cabeza y después me explico.

-No. Hay dolor. Ya no quiero estar en este lugar.

Asiente a mi respuesta.

-Entonces será en mi casa. -dice, y quita un mechón de cabello que estaba en mi rostro.

-Sí. -susurro.

Nos quedamos en silencio.

-¿Puede ser hoy mismo?. -pregunto.

-Si lo quieres.

-Si lo quiero.

-Entonces, llamaré a Hay, Gale, Jo y Fa ¿De acuerdo?

-No creo que nosotros podamos solos. -río.

-Yo tampoco lo creo. -ríe también.

Llama a todos y al poco tiempo ya están aquí. Gale acompañado de Natalie.

-Bien, las chicas que se queden empacando y nosotros tres nos vamos a hacer lugar a mi casa. -dice Peeta, con muchísimo entusiasmo.

Mientras que los demás igual decimos que sí con el mismo entusiasmo.

Ya que se fueron los chicos, nosotras nos dividimos en distintos lugares de la casa con cajas en mano para ir metiendo las cosas. Johanna y Fátima se llevan lo mas pesado de todo ya que Natalie y yo estamos embarazadas. Natalie se quedó en la cocina guardando lo de las alacenas. Johanna, como es la mas fuerte entre ella y Fátima, está moviendo los sillones para hacer espacio y que sea mas fácil para los hombres llegar e irse con ellos. Sabemos que las más fuertes aquí somos Mason y yo, pero, de nuevo, yo tengo a mi hija. Fátima y yo estamos arriba, yo doblando ropa y ella con cosas pesadas de arriba a abajo para que no cargue. Las cajas que se van llenando se las lleva ella. Tres horas después ya tenemos las cosas en la sala, esperando a los chicos.

En cuanto llegan, se llevan los muebles. A ninguno le cuesta trabajo, Haymitch todavía tiene resistencia, Peeta es fuerte (eso lo sabía desde pequeña, por los costales de harina) y de Gale sabía de sobra que es fuerte. Johanna se lleva cosas pesadas, pero lo que pueda cargar, Fátima la sigue. Natalie y yo nos llevamos las cosas realmente ligeras, como bultos de cobijas, sabanas, cajas livianas, en fin. Terminar de traer la mudanza de una casa a otra nos llevó cuatro horas y media. Los primeros que decidieron volver a descansar, fueron Gale y su esposa. Fátima y Johanna se fueron rato luego para acompañarse entre ellas. Y solo quedamos Haymitch, Peeta y yo.

-Por fin. -dice Haymitch cayendo directo al sofá. Peeta lo imita y se tumba a su lado. Voy a la cocina y sirvo dos grandes vasos de agua, los cuales aceptan ambos sin dudar. Al rato, ya están los dos totalmente dormidos. Tomo sabanas que trajimos de mi casa y se las pongo encima, aún hace frío. Es la escena mas tierna que he visto de este par. Sonrío.

Así, subo las escaleras en busca de la cama de Peeta, y caigo en un sueño al instante.


Levanto mis parpados lentamente, para que no llegue la luz a mis ojos de golpe. Me pongo de pie, descalza, y luego bajo a la sala. Haymitch ya se ha ido, Peeta está haciendo su maleta para ir al viaje al Capitolio. Decido subir a hacer mi maleta. Cuando termino, voy a la sala acompañada de mi maleta. La dejo a un lado de la que supongo es la de él.

-¿Lista?. -me pregunta.

-Sí, lo estoy. 

Me deja un besito en los labios y toma nuestras maletas para luego ir a la estación de trenes.

Subimos, nos asignan la habitación. A la cual ya me acostumbré que sea matrimonial.

Ya tengo cinco meses de embarazo y esta va a ser la segunda vez que vayamos al Capitolio para la tercera y cuarta sesión de Peeta. 


Me despierto antes que él y lo muevo ligeramente para despertarlo. Gruñe y se tapa con las sabanas hasta la cabeza, estoy a punto de hacerle cosquillas cuando escucho que llaman a la puerta. Voy, abro y recibo el aviso de alistarnos.

-Vamos Peeta, ya dieron el aviso.

No me hace caso.

-¿Estas seguro de que quieres cosquillas?

Sigue sin responder.

Antes de que se pase mi oportunidad le empiezo a hacer cosquillas y ríe como loco. Se intenta zafar de mis manos y para evitarlo me pongo encima de el para que no tenga oportunidad de nada.

-Ah.. ¡ah! ¡Ya! ¡Ya Katniss! Ah.. espera... ¡Katniss! No.. pensé...que lo harías ¡Ya! Ay no, duele, ¡ya por favor!. -dice entre risas.

Yo tampoco puedo evitar la risa y cuando no puedo ni con la mía es cuando lo suelto, cayendo encima de él, aún riendo ambos.

-No te vuelvo a subestimar. -me dice, aún en una risa que no puede evitar.

-Bien. Gané de nuevo, Mellark.

-Está bien.

Ambos nos controlamos y nos levantamos para prepararnos e irnos.

Estamos ya esperando el aviso de salir, luego de que lo dan, pisamos una vez más el Capitolio.


El Renacer de mí esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora