Capítulo 15

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Alexander

Lo primero que hicieron los chicos al llegar a casa fue encerrarse en sus cuartos para descansar. Sé que tengo que conversar seriamente con Miles por lo que ocurrió el día de hoy sin embargo lo dejaré un momento para que respire, debe estar agotado al igual que su hermano. No lo dejaré pasar, por supuesto, una charla con él no bastará y el castigo que tendrá será no tener internet por tres días seguidos, pero bajo supervisión si es que le toca hacer alguna tarea.

Lucas se despidió para irse a su casa ya que es su día libre en la semana y lo acompañé hasta la puerta. Quedamos en que volvería el fin de semana y él prefirió no molestar a los chicos. El guardaespaldas de Milan hasta el momento ha estado haciendo bien su trabajo, no le quita el ojo de encima lo cual me deja menos preocupado.

Cociné la cena y dejé todo listo, llamé a mis hijos pero ninguno bajó.

—¡Chicos bajen, la cena está lista! —Milan apareció por las escaleras.

—¿Qué hay de comer, pa?

—Pasta —asintió—. ¿Tu hermano...?

—Dijo que no quería comer —suspiré.

—Ve a la mesa entonces, está servido, luego bajaré con tu hermano ¿de acuerdo?

—Papá, él no quería hacer nada malo... sé que dijo un comentario hiriente en el auto pero así es, cuando se enfada escupe todo sin filtro alguno.

Me pareció tierno que lo estuviera defendiendo.

—Tranquilo Milan, conozco a tu hermano, por eso hablaré con él ahora.

—Pero...

—A comer ¿sí? —lo interrumpí y caminó despacio hacia el comedor con una mueca en el rostro.

Cuando subí las escaleras me mentalicé para darle una correcta charla a mi hijo menor, algo preciso y que se entendiera para que no volviera a ocurrir. Junté mis manos, aclaré mi garganta y con toda la disposición posible me acerqué hasta su puerta esperando una respuesta.

—¿Miles, puedes abrir? —absoluto silencio.

—Vete a la mierda, Alexander.

Siempre que Miles relata lo sucedido bajo su perspectiva omite ciertas cosas como esa. La manera en la que me responde es muy altanera y no hay cosa que me moleste más que lo irrespetuoso. Intenté de la buena manera sin embargo me saca la escasa paciencia que podría existir.

—Abre inmediatamente esta puerta, Miles Alejandro.

—¿Qué me vaya a dormir dijiste? Ya lo estoy haciendo —respondió con ironía.

—Abre la puerta, última vez que te lo digo o usaré las llaves y el resultado no te gustará.

—¿No te bastan las señales de que no quiero hablar contigo?

—Contaré hasta 3 —y eso hice—. Uno.

—¡Cuenta hasta ovejas si quieres, pero no pienso abrirte!

Intenté comprenderlo, de verdad que lo hice. Respiré profundo y pensé que está en plena etapa de la adolescencia, que es rebelde muchas veces pero sobre todo es mi hijo y tengo que tenerle paciencia pero educarlo de la manera correcta.

Muy tranquilo y sin intención de ir hacia las palmadas de inmediato fui por la llave de su cuarto como le mencioné hasta que a mitad de pasillo escuché un clic.

Miré hacia atrás y salió de su cuarto.

—¿Vamos a hablar ahora? —le pregunté.

—¿Ibas por las llaves? —chilló furioso—. ¡Déjame tranquilo!

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora