Capítulo 33

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Alexander

El viaje de vuelta finalmente llegó, tuve que ordenar ciertos papeles importantes antes de irme de los Estados Unidos y luego arreglar las maletas junto a los niños. Tenían un desastre en sus cuartos, ropa por el piso, la maleta revuelta, estuve más de dos horas intentando buscarle hasta los pares de calcetines, con ellos ayudando claro, porque seré su padre, pero también me canso y necesito una mano extra.

Quedamos en que volaríamos por la tarde-noche, se nos hace más cómodo para descansar. Lucas y Parker fueron los primeros en llegar a la pista, esta vez no olvidaron ninguna pastilla para Miles por su miedo a las alturas, si fuera por mi podría ayudarlo a enfrentarlo sin embargo el menor se niega, no queda más que apoyarlo. Por suerte Milan se siente muchísimo mejor el día de hoy, permanecimos aquí tres días y ayer los llevé a recorrer un poco la ciudad e incluimos una ida al parque ya que los veía un poquito estresados.

Seguí todas las recomendaciones del dentista y sé que es un proceso el mejorarse de aquella operación de los terceros molares por lo que le advertí al mayor no esforzarse mucho.

—Cinco minutos, apresúrense, les llevo las maletas —dije caminando un poco acelerado por el pasillo que daba a sus cuartos—. ¿Qué tanto hacen allí?

—¡Mi cabello se ve horrible hoy! —se quejó el menor mirándose al espejo del baño—, ¡Llegaran los paparazzi y no luzco bien!

—Miles no te preocupes por eso, mejor cierra de una vez tu mochila y colócate la chaqueta. Nos vamos.

—¿Qué pasa si sacan un reportaje sobre el hijo menor de Alexander Campbell el cual iba viajando de vuelta a su país y su cabeza parecía un nido de pájaros?

—No te creas tan importanteee... —cantó Milan riendo.

—¡Papá, mira cómo me molesta!

—Calumnias, ¿Quién dijo que la canción era para ti? —le sacó la lengua.

—El tiempo pasa y ustedes pelean —los regañé—. ¿Es que acaso no quieren llegar a casa? Creo que todos necesitamos un descanso de estas vacaciones.

—Na, llegarás a trabajar —me reclamó Miles.

—¿Y si no trabajo quien los alimenta? —sonreí y le di un beso en la cabeza—. Prometo organizar algo para el fin de semana que viene, podríamos salir a comer todos juntos.

—Si vamos a mi restaurante favorito podría considerar tu propuesta...

—¿Cuál es? Quiero tener un restaurante favorito también —carcajeé al ver a Milan asomarse muy interesado por la conversación.

—Lo tendrás campeón.

—¡Paaa!

—¡No pienso esperar a nadie más! —les dije en voz alta—, ¡Me voy!

—¡Noo, no nos dejes! —chillaron ambos y me fui casi corriendo con las maletas por las escaleras.

Admito que estoy siendo un tanto infantil con esto sin embargo fue tan divertido ver a los chicos hacer todo lo que les pedí en menos de un minuto y correr detrás de mí. Cuando llegué al ascensor me abrazaron y se colgaron a mi como unos koalas.

Reímos a carcajadas y no me dejaban avanzar. Les hacia cosquillas con la intención de liberarme y no funcionó.

—¿Creías que te ibas a librar de nosotros como si nada? En tus sueños Alexander —le desordené el cabello al menor.

—Yo tenía todo calculado para atraparte —siguió el mayor.

—¿Ah sí? Mis pequeños revoltosos —los abracé.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora