Capítulo 18

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Miles

Ambos despertamos más temprano de lo normal, no pude dormir bien de eso estoy seguro y todo por culpa de Alexander quien nos quiere llevar a un chequeo, lo encuentro totalmente injusto ya que yo ya fui a principios de este año y bueno, Lucas me acompañó aunque no se la dejé fácil, por algo me falta una vacuna, usé mis habilidades para zafarme de la situación y lo logré, nadie podía hacer mucho porque yo era el hijo del gran empresario y sin su autorización estaban de brazos cruzados, recuerdo haber salido con una sonrisa en la cara de esa clínica. Hoy damas y caballeros, es diferente, tengo a papá conmigo y eso solo me condena. Es irónico, no le temo a las agujas y menos a los centros de salud sin embargo me ponen terriblemente nervioso que me coloquen algún tipo de líquido como en las vacunas o medicamentos por intravenosa. Por mi saquen la sangre que quieran, pero no se atrevan a agujerearme para meterme cosas.

—¿Qué tanto piensas? —Milan me preguntó desde la silla de mi escritorio.

—¿Cuál será el maravilloso plan? ¿Arrodillarnos y rogarle que no nos lleve?

—¿Se te ocurre algo más?

—No, para nada.

—Podemos encerrarnos, digo, vamos por agua y comida para sobrevivir en el día —resoplé—. ¿Qué? Es una buena idea.

—Pensándolo bien, si, hay que distraerlo.

—Ruega y acepta lo que él te diga, yo bajo en puntitas y ambos corremos. Aquí tienes un mueble, lo movemos y listo, nadie entra ni sale.

—Me sorprende, hermanito —carcajeamos.

Alexander

Me levanté con la mejor actitud, el día está perfecto para quedarse haciendo cosas productivas y me encanta cuando eso pasa. Según mi calendario lo primero que tengo que hacer es llevar a los chicos a la cita con el médico a las diez por lo que preferí colocar una alarma más temprano para alcanzar a ordenar un poco la casa.

A las seis y media de la mañana me puse a lavar la ropa sucia que tenían botada en el suelo de sus habitaciones. Conversé el otro día sobre eso e hicieron caso omiso a lo que les dije sobre mantener orden.

—¿Cómo es posible que tengan este desastre? —dije para mi cuando vi la sala de juegos. Ropa tirada, zapatos por doquier, latas de bebida, platos, vasos, entre miles de cosas más.

Me demoré tres horas en tener impecable la casa, fue un esfuerzo que será compartido a partir de ahora con mis hijos porque en algo deben ayudar. Mientras preparaba el desayuno pensaba en que podía decirles para convencerlos de ir sin rabietas.

—Papá —Miles caminó hacia mi somnoliento—. ¿Podemos ir otro día?

—Lo siento cariño, está programada la cita y ya avisé en la escuela que van a faltar. De verdad necesito que estén tranquilos porque no hay nada que temer —me acerqué a él.

—Voy por a dormir otro poco...

—No, mejor ve a colocarte algo para desayunar porque luego los dos irán a la ducha. Queda poco para irnos.

—Bien...

Subió las escaleras y cuando fui hacia su dirección me pude percatar que Milan venia en puntitas a sacar un poco de comida y agua. Ambos corrieron hacia sus habitaciones. Si piensan encerrarse para faltar estamos mal ya que no tengo tiempo suficiente para discutir que abran su puerta.

—¡Chicos, hey! —fui tras ellos.

—¡Corre Milan, corre!

—¡Vas muy rápido! —reclamó el mayor.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora