Miles
Las paredes de mi habitación me agobian, no salgo de aquí desde que se me ocurrió gritarle a papá en la mesa con un invitado especial para él. Mi justificación es clara y precisa, no me presta atención, siempre es el trabajo antes de mí, cosa que detesto.
No tengo hermanos, es de lo peor ser hijo único porque debe caer toda la responsabilidad en ti. La protección es mucho mayor, cada paso que doy nunca pasa desapercibido. Me tienen en la mira si es que algo sale mal.Aunque tampoco es como si fuera a importarle demasiado. Muchas veces me dice dos palabras y se va, creo que lo más que he conversado con papá fue hace dos años el día de mi cumpleaños. Mamá es otro tema, ella pasa de viaje siempre y no vive con nosotros ya que se divorciaron hace un tiempo.
Recuerdo que lo único que me dijeron ese día fue "nos vamos a separar", ella por video llamada y papá en pleno almuerzo, sin ninguna delicadeza. Ni siquiera me preguntaron con cuál de los dos me quería quedar, fue su decisión como siempre.
—¿Miles? —Maya, la señora que nos ayuda con el almuerzo y la limpieza de la casa me habló. Le tengo mucho cariño—. Tu padre te espera en su despacho.
—¿Para qué? ¿Qué dirá ahora? ¿Dos palabras más de las que dice siempre?
—Cariño —ella se sentó en mi cama y me acarició el cabello—, hablarle al señor David de esa manera...
—¿Qué podría decirle si literalmente sacó el tema de mi madre en la mesa? Es mejor que ese tipo no espere que le hable con toda confianza si no lo conozco.
—Pero de todas formas hay que ser respetuoso —sonreí cuando de su bolsillo sacó una de sus especialidades, las galletas con dulce—. Aquí tienes, pero solo una por lo de hoy.
—Que malvada eres —susurré con sarcasmo y di una carcajada—. Mañana sacaré más.
—Ya verás mi pequeñito —me hizo cosquillas y todo el minuto de felicidad se fue a la mierda cuando la puerta de abrió de golpe con mi padre enojado—. Señor Alexander, disculpe, le hablaba de ir a su despacho.
—No se preocupe, gracias — ella salió de mi habitación y rodé los ojos cuando él me quedó mirando—. ¿Vas a caminar, Miles?
—¿Para qué? Puedes hablar aquí, me tiene harto ir a tu despacho siempre.
—Aquí yo doy las órdenes y si te digo que vas a mi despacho, lo haces —apreté los puños hasta que mis nudillos quedaron blancos—. ¿Comprendes?
—Sí —respondí y me levanté.
—¿Sí, qué?
—¿Hablas enserio? —me molesté— ¡Te dije que sí!
—No me hagas repetir la pregunta Miles Campbell.
—Si Alexander —di un portazo y nunca me di cuenta que venía detrás por lo que se golpeó la cara con la puerta—. Mierda.
—¡Miles!
—Adiós, viejo —corrí escaleras abajo.
En estos momentos estoy imaginando mi futuro, sin celular quizás por unas horas o el no sentarme en una semana completa. Tampoco soy tan travieso, ni rebelde, a mis ojos soy la mejor persona que puede existir en este planeta. Mi ego está por las nubes, rara vez creo que hago las cosas mal pero papá piensa lo contrario.
Uno de mis mejores amigos vive cerca por lo que es mi refugio seguro siempre que me meto en problemas o me aburro demasiado. No pude burlar a los guardias, correr con gente persiguiéndote es muy agotador por lo que acepté que vinieran. Les pedí el favor de que se quedaran en silencio sin mencionarle mi ubicación a papá pero conozco a esos traicioneros. Es su trabajo, informar cada paso que doy.
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Aventuras de un heredero
Hayran KurguMiles Campbell Jones, uno de los chicos más reconocidos de toda Europa por ser hijo de un joven empresario exitoso como lo es Alexander Campbell. Él clasifica su vida como aburrida, no tiene diversiones como los chicos de su edad quienes a su visió...