Capítulo 34

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Miles

Apenas finalizó la jornada escolar fui a contactar a personas para poder conseguir ciertas cosas para la fiesta de esta noche. Fueron las tres clases más aburridas de toda mi vida. Debo confesar que apenas escribí en mi cuaderno por quedarme conversando con mis compañeros, me siento al final de la sala y la verdad allí es otro mundo, nadie hace nada y joder, amo ese grupo. No me siento orgulloso de tener notas regulares ¿de acuerdo? Pero tampoco me molesta, solo a Alexander cuando repruebo y por esa misma razón intento esforzarme un poquito más.

Como era de esperarse Milan llegó tarde a mi junta porque se quedó viendo una obra de teatro y casi le saco la cabeza de lo enojado que estaba, mínimo la puntualidad, tengo que enviar invitaciones y demonios, sin tecnología se me hace casi imposible.

—¡Tardísimo llegas! —le arrebaté el celular de las manos—, te pedí un puto favor.

—Hey, devuélvemelo, se suponía que me dirías antes.

—Haré una fiesta ¿bueno? —Milan abrió los ojos sorprendido—, ¿Qué? Es una buena idea, no me mires con esa cara de papá regañándome.

—¿Dónde harás la fiesta? No tienes ni un lugar Miles...

—En casa —dije obvio y marcando la frase "bienvenidos a la fiesta del año".

—Joder, dime que es una broma.

—No Milan y espero tu apoyo ¿sí? Por favorcito, tengo muchas ganas de beber y estar con mis amigos ¿no crees que me lo merezco?

—¿Quién, tu? No, en lo absoluto, ¿o se te olvidaron las veces que papá nos advirtió que no bebiéramos más?

—Siempre tan correcto tú, la cabeza del equipo —bromeé y le entregué su celular—. Gracias y aquí tienes. No te preocupes tanto por mi hermanito, preparé todo, papá ni se enterará.

—Y la niñera...

—Ya se me ocurrió algo —sonreí—, los meteremos a la cochera ¿oíste? Necesito que saques tus dotes de actuación y vayas a lloriquear como si algo te hubiera pasado allí. Haré un gran drama, pero antes les quitaré sus celulares ¿Cómo? Pues, soy muy hábil con mis manos.

—Dios, Miles...

—Gracias gracias —negó con la cabeza—, ¡Me metes en problemas y yo ni te lo he pedido!

—Si no quieres venir pues la puerta es bien ancha, vete con tus amigos Milan y luego vuelves, pero te lo advierto, no estarás en la fiesta del año y se suponía que ambos seriamos los anfitriones...

—Agh —quitó su mirada y la dirigió a su celular—, ¿A quiénes invitaste?

—¿Ah? —bebí de mi jugo en el asiento de la cafetería y carraspeé un poco. Si le digo la verdad puede que le dé un infarto aquí mismo—, ¿Cuántos?

—Si.

—Pues —volví a beber de mi jugo y lo dejó en otro lado—, ¡Oye!

—Dime joder.

—Dos... —sonreí.

—¿Dos?

—Doscientos, pero calma —me levanté y se quedó quieto—, Milan, ¿estas bien?

—¡Nos van a matar Miles, cancela todo! —ahora yo rápidamente le quité el celular y lo escondí en mi espalda—, por el amor a tu vida... digo, nuestra.

—No Milan, por favor. Una vez me dijiste que los hermanos se apoyaban en todo y siempre estaban el uno para el otro —exageré con un toque de manipulación—, y es ahora cuando yo a ti te necesito.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora