La fiesta

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El reflejo en el espejo mostraba a una persona totalmente diferente, Jimin nunca se había arreglado tanto para algo en toda su vida, no podía creer lo que llevaba puesto, su traje costaba más que su colegiatura universitaria ¡Joder! llevaba puesto un fabuloso traje de diseñador, nunca se le cruzó por la mente que iba a usar una ropa tan ostentosa en toda su miserable y pobre vida.

La prenda se amoldaba a su cuerpo resaltando todos sus encantos, el color negro resaltaba sus ojos verdes y por algún motivo su boca se veía más roja que nunca, su cabello estaba peinado con un poco de gel hacia atrás mostrando una buena vista de su frente, Jimin se veía totalmente diferente el peluquero había hecho maravillas con sus mechones rebeldes que increíblemente estaban todos en su lugar.

Mordiéndose el labio, se miró en el espejo otra vez y salió del baño de esa lujosa peluquería nocturna, se había puesto muy nervioso cuando se miró a sí mismo la primera vez; es por eso que le pidió un momento a solas al chico rubio quién se vistió con un traje tan ostentoso como el suyo luciendo como uno de esos príncipes clichés de cuentos de hadas.

Caminando torpemente salió por la puerta principal y se dirigió con el chico guapo quien lo esperaba afuera de su auto, entonces llegando con el chico Jimin le sonrió,su respiración ya estaba normal

-Estoy bien ahora.

El chico atractivo lo miró cuidadosamente sin mostrar ninguna emoción.

- ¿Estás seguro de que puedes continuar? Casi te vuelves loco mirándote en el espejo ¿Nunca habías usado un traje antes o qué?

El guapo rubio aparentemente estaba abandonando su simpatía después de obtener lo que estaba buscando. Jimin respingó la nariz.

-No en absoluto, pero he asistido a muchas fiestas y con mejores ropas que estas- murmuró cruzando sus brazos por encima de su inflado pecho, su cara torcida. Él príncipe estaba siendo grosero, pero aparentemente el rubio notó su rudeza.

-Lo siento, creo que fui descortés- lo barrió con la mirada y le sonrió

-Bueno, entonces vamos andando- su voz fue nuevamente amigable.

Jimin bajó la guardia, caminó hacia el auto y se subió luego de eso el rubio se dio la vuelta para subirse también y lo miró de reojo.

-Por cierto luces bien.

Encendió el motor del auto para salir de ese lugar, Jimin se ruborizó hasta las orejas, su debilidad por los chicos lindos le había pasado otra vez la cuenta, no podía ser que se sonrojara sólo con un cumplido.

-Que idiota- murmuró para si mismo mirando por el vidrio de la ventana a su lado, lo único que esperaba era que el rubio no hubiese notado su estúpido rubor.

Luego de varios minutos en el automóvil el silencio se hizo sepulcral, Jimin podía sentir su propia respiración y casi sentía la del chico quien tenía su mirada enfocada en el camino. Se mordió el labio con inquietud, se sentía muy incómodo en su asiento sin pronunciar una sola palabra, tampoco sabía que decir o como actuar frente al chico. Miró por la ventana de nuevo y el paisaje no se apreciaba tanto de noche, sin tan sólo tuviera sus audífonos con él pero estaban en su mochila la cual estaba guardada en el maletero del auto, así que desertó a la idea de escuchar música. El problema era que se estaba aburriendo, había pasado una hora en el auto y aún no habían llegado parecía que la fiesta se celebraba en un lugar muy exclusivo porque salían a las afueras del pueblo, la naturaleza se mostraba en abundancia y el calor del pueblo se había alejado para dar paso a una fresca y agradable brisa de verano.

Jimin suspiró de cansancio finalmente decidiendo hablar.

-¿Falta mucho? Estoy aburrido y estás prendas son bastante incómodas.

Una rara propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora