Capítulo I

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Aquellas calles que tantos recuerdos me traían de mi etapa en la ciudad condal, esos dos años que me ayudaron a situarme en el mercado y demostrar, una vez más, que iba a ser una chica de éxito.

Hacía un par de años que me había incorporado en la empresa familiar, una famosa constructora de lujo, donde solían recurrir gente adinerada para las futuras construcciones de sus hogares.

Yo, con veinticinco años ya era arquitecta y diseñadora de interiores, gracias a esos cinco años que pasé sola en Madrid formándome. En ese tiempo pude hacer prácticas en la empresa, junto a mi padre y a día de hoy soy una pieza fundamental en los despachos.

Pero eso no quedó ahí, dos años más de máster en la escuela politécnica de Barcelona acabaron de darme esos conocimientos sobre diseño urbanístico que completaron mi currículum, como decían mis amigas, una joya en bruto que tarde o temprano demostraría su potencial.

Y hoy volvía a la ciudad condal a ayudar en la oficina de SSDarch Studio, teníamos la gran suerte de que el negocio se pudo expandir en ciertas ciudades del país dándonos así nombre por todos los rincones del territorio. Mi hermana Susana solía encargarse de las oficinas del sud, en especial Andalucía y yo estaba más centrada en las de Cataluña, que nos traían mucho trabajo, aunque no lo pareciera.

Nuestra sede estaba en nuestra ciudad de nacimiento, Valencia. Ahí mi padre llevaba todas las contabilidades y centralizaba el trabajo, pero eso no quitaba el curro que se daban en las comunidades, que debía ser revisado de vez en cuando.

-Buenos días. - Abrí la puerta de la oficina, situada en pleno paseo de Gracia.

-Mira quién ha venido. - Lourdes, la secretaria y administrativa de la empresa fue la primera en recibirme. - Qué guapa estás cariño.

Lourdes lleva muchos años trabajando para mi familia y prácticamente nos ha visto crecer. Empezó en las oficinas de Valencia, pero la oferta de esta nueva sucursal era irrechazable, así que se mudó aquí junto a su familia y pasó a ser una de las personas de confianza de esta ciudad.

-Ya era hora de que me pasara por aquí. - Correspondí a su abrazo. - Ya sabes, los proyectos se nos están acumulando y necesitaban que echara una mano en ciertos diseños de interiores.

-No me extraña, si es que tus decoraciones son propias de obras de arte.

-Si te parece, me paso un momento al despacho para acabar de ordenar unos papeles y vuelvo para la reunión. - Sonreí y me recoloqué mi bolso para adentrarme en las instalaciones.

Entré en esa pequeña sala y cerré la puerta a mis espaldas, estaba tal cual la dejé la última vez que vine. Me acerqué al escritorio y dejé mis cosas sobre él.

Me senté en mi silla y saqué mi portátil, con el cual acabé de gestionar algunos permisos de construcción y solicitudes de pagos.

-Silvia cariño, siento interrumpirte, pero han llegado todos los trabajadores, ¿Te importa si nos reunimos ahora? – Lourdes abrió la puerta de cristal opaco que nos separaban a mí y al resto de la oficina.

Asentí y me levanté para dirigirme a la sala de reuniones, situada al final del pasillo.

-Hola a todos. – Me recibieron con sonrisas. – Por lo que veo también aquí vamos bien de trabajo.

-De hecho, mejor que nunca, al parecer que el próximo mundial se celebre en España ha expandido las construcciones de lujo por parte de la aristocracia de los diferentes países. - Asentí.

Este año iba a celebrarse un mundial de Fútbol, en América del norte, pero es verdad que se aprobó la candidatura de España y Portugal para el de dentro de cuatro años, aumentando así nuestro trabajo en las principales ciudades del país.

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