Capítulo XXV

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-No me jodas Silvia, ¿Cómo se te ocurre plantarte en Barcelona sabiendo todo lo que has liado?- Susana como siempre tan receptiva.

-No vengo a que me sermonees, vengo a ver a mi mejor amiga.- Suspiré y me adentré en mi antiguo piso.- Le prometí que estaría aquí cuando pariera y aquí estoy.

-Espero que esto se lo hayas comentado a papá, aunque no creo que esté muy contento.

-Déjate de estupideces Su, que no tenemos quince años como para dar explicaciones de nuestras vidas.

Dejé la maleta en el cuarto de invitados y recogí cuatro chorradas para ponerlas en mi bolso para irme a la clínica.

-¿Qué tal en Málaga?

-Me lo paso genial rodeada de guiris octogenarios que quieren presumir de dinero y patrimonio a toda costa, gracias por preguntar.- Rodé los ojos.- ¿Y tú por aquí?

-Mejor de lo que creía, no recordaba esta ciudad tan guay.- Me mordí la lengua para no responderle.- La casa va genial, está casi terminada, pero tuve que arreglar unas cositas de tus diseños que no tenían ni pies ni cabeza.

¿Qué hago? ¿Le arranco la cabeza ahora o me espero un poco?

Por un lado estaba tranquila porque sé que mi equipo no le iba a permitir ser drástica con el proyecto, pero me jodía que me lo restregara una vez más.

-De hecho, en dos meses celebraremos la inauguración, Eric está muy emocionado.

Ese nombre, que provocaba en mí miles de sentimientos encontrados, por un lado ganas de ir a buscarle y de  decirle que le sigo queriendo como el primer día, por otro lado miedo de que ya no sea correspondido.

-Pero bueno ya sabes, es probable que él no quiera que estés, así que yo no puedo invitarte.

-No te preocupes, podré vivir con ello.- Rodé los ojos y salí del piso.

Lo que me faltaba, una hermana que me boicoteara también.

Llegué a la clínica y mi primera imagen fue Lourdes en la sala de espera. Estaba nerviosa, supongo que no llevaba bien el no poder estar dentro con su hija.

-¡Silvia!- Se levantó deprisa para venir a abrazarme.

Me explicó que a primera hora de la mañana Blanca la llamó para informarle que estaba de parto,  pero que ya había pasado toda la noche con contracciones. Llevaban aquí muchas horas, pero era el primer embarazo de mi mejor amiga, es normal que costara.

-Le está costando mucho dilatar, Mateo ha salido un par de veces a informarnos, pero hace tres horas que no sé nada.

-¿Familia de Blanca y Cintia?- Una enfermera apareció con carpeta en mano.- La niña está genial, todo ha salido perfecto, en unos minutos saldrán hacia la habitación.

Y así fue, en menos de lo que esperábamos apareció por la puerta Mateo arrastrando una cuna con la pequeña Cintia dentro y detrás el celador, que arrastraba la camilla de Blanca.

Seguimos a la pareja hasta su habitación y entramos sin pensárnoslo.

-¡Silvia! Creía que no vendrías.- La rubia se incorporó en su cama.

-¿y perderme este momento? Jamás.

Me acerqué a la cuna y me enamoré al instante de la pequeña. Era tan chiquitita, tan indefensa y se la veía tan tranquila durmiendo que daban ganas de achucharla.

-Ha ido todo súper bien, ha sido largo, pero Cintia lo ha hecho todo muy fácil.- Dijo la rubia.

Unos golpes en la puerta nos interrumpieron.

-¿Cómo está la nueva mamá?- Era Robert con un gran ramo de rosas.

A él también le echaba mucho de menos y a parecer era recíproco, porque cuando me vio se quedó pasmado.

Los familiares no pararon de llegar y tanto Robert como yo decidimos dejar a la pareja disfrutar del momento, que siempre estaremos a tiempo de hablar y juntarnos.

-Silvia, esta noche vamos a cenar y no acepto un no por respuesta.- Reí ante su comentario y le abracé.

Pusimos rumbo a uno de los restaurantes donde realizábamos las cenas de empresa. Adorábamos las tapas que cocinaban con tanto esmero y su larga carta de vinos, por supuesto.

-Venga ya Sil, no me creo eso de que no hayas conocido a nadie en Málaga, que vives en Marbella tía.- Comentó.

-Pues no, no me apetece a estas alturas ser la sugar baby de los millonarios extranjeros que guardan sus yates en Puerto Banús.

Nos reímos ante las bromas y cuando giré mi cabeza a mi derecha crucé la mirada con la persona que menos quería ver en esta visita a Barcelona.

-Ahora vengo, voy a lavarme las manos antes de que traigan la cena.

Huí una vez más de la situación, de dar explicaciones y de ser lo suficientemente madura como para plantarle cara a Eric.

Mira que la ciudad es grande, pero siempre coincidimos en los mismos restaurantes.

-¿Estás en Barcelona?- Esa voz proveniente de la puerta del baño me estremeció por completo.- Llevo cinco meses sin saber de ti, Silvia.

Me quedé muda, no supe qué responderle. Sabía que le había hecho daño y me dolía por encima de todo.

-Cinco meses desde que me tuve que enterar por una miserable carta y una bochornosa reunión en tu oficina que abandonabas la ciudad, porque no fuiste capaz de decírmelo cara a cara.- Cerró la puerta a sus espaldas.

-¡No abandoné la ciudad!- Esas fueron las primeras palabras que salieron de mi boca.- Yo nunca la hubiese abandonado, y lo sabes.

-¿Entonces? ¿Tienes un motivo mejor para explicar tu marcha?

-Presiones Eric.- Bufé, estaba al borde del llanto.- El revuelo que se montó en nuestro alrededor después del mundial no convenía para la imagen de mi familia, ni la de la empresa.- Por primera vez le miré a los ojos, siendo completamente sincera.- Necesitaban apartarme del foco y la mejor idea fue remplazarme por Susana, para evitar que perdiéramos toda la credibilidad.

-Y esto que me estas contando ahora, ¿No podías decírmelo el día que te fuiste?

-¿Hubiese cambiado algo?- Contraataqué.- La cuestión era la misma, la relación debía romperse por lo sano y yo iba a estar en la otra punta del país.

-Hubiese calmado todos esos dolores de cabeza por intentar averiguar qué había hecho.- Suspiró y calmó su expresión.- He estado noche sí y noche también intentando saber qué te había pasado conmigo e intentando cerciorarme que yo no era merecedor de todo esto.

-Lo siento de verdad, no quería que esto se diera de esta forma, ni mucho menos que el baño de este lugar fuera el sitio más idóneo para hablarlo.- Sonrió y yo también lo hice.

Instintivamente me acerqué a abrazarlo, necesitaba este contacto para sentirme mejor y cerrar este ciclo.

-Hubo algo de esa carta que se me quedó grabado en la mente.- Puso un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja.- Yo también creo que fuiste la persona perfecta en el momento equivocado.
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¡Nuevo capítulo!

El destino una vez más ha decidido.

Volvemos a leernos pronto❤️

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