Capítulo XXXIX

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Qué bonita era la maternidad, y a la vez qué agobiante.

Que romantizada estaba o al menos ese era mi parecer. Todas las mujeres hablan de lo malo que era el parto y con razón, pero ¿Por qué nadie habla del post parto?

Qué sensación más extraña, a la vez que quieres estrujar con todas tus fuerzas a tu bebé del amor que sientes, quieres tirarte por la ventana de las pocas horas que duermes. Qué difícil era la dependencia de ese ser tan chiquitito cuando ni siquiera tú podías moverte de la cama, Qué duro oírla llorar y sentir que eres la peor madre del mundo por no saber qué le pasa.

-Silvia cariño, es normal que llore, serán los cólicos por la leche.- Mi madre intentaba aconsejarme a través del teléfono.

-Es muy agobiante mamá, pensaba que todas las mujeres estábamos listas para recibir a un bebé, pero soy una absoluta basura para esto.- Estaba llorando a mares.

Es cierto que el factor de estar sobrellevando esta situación cuando no tengo medio de distracción me estaba matando. De cierto modo Eric era un gran alivio cuando estaba en casa, pero con su trabajo pasaba tiempo fuera y sabía sobrellevar la situación mucho mejor que yo.

Si la primera vez que salí de casa sin Sofía fue a regar las plantas del jardín, y me agobié tanto de que mi hija me necesitara que volví a los tres minutos.

Y sí, ese era mi récord, tres minutazos.

-Sil,  tu baja de maternidad está a punto de terminar, deberías buscar una guardería o una persona que pueda cuidar a la niña las horas que tú no estés.

-Soy demasiado mamá gallina como para pensar en eso, me entra ansiedad solo de pensarlo.- Contesté.

-Por dios hija empieza a mirar por ti, hace casi cuatro meses desde que nació Sofi, es hora de que empieces tu rutina.

¿Ya? ¿Estaban por terminarse mis dieciséis semanas de baja?

No puede ser verdad, si yo veo a mi hija igual que el primer día.

-No sé hija, háblalo con Eric, pero creo que deberíais planteároslo.

Esa misma noche en la hora de la cena se lo comenté y estuvo completamente de acuerdo con su suegra. Y es que no quería que me acostumbrara a vivir encerrada por cuidar de nuestra hija, que no sería la primera bebé que se separa de sus padres por unas horas al día mientras estos trabajan. Y mucho menos conociéndome, que fue el primer pero que le puse en el momento de quedarme embarazada, que no quería dejar mi trabajo porque lo amaba con todas mis fuerzas.

De hecho, me ofreció un plan que llamó mi atención.

-Empieza poco a poco, ve a la oficina, dedica un tiempo a la preparación de la casa en Valencia, y cuando te canses vuelves.- Dijo con total naturalidad.- Intentas desestresarte, avanzas  un poco con algún proyecto. Poco a poco verás que necesitas más horas y te irás ajustando a tu jornada laboral.

-¿Y con quién se queda Sofía?

-Mientras aclaramos todo el tema de la guardería, entre mi madre o yo cuando esté en casa podemos hacerlo, Sofi va a estar bien.- Se acercó a mí para darme un corto beso en los labios.- Eres una madre maravillosa Sil, pero tienes que poner remedio por tu bien, te noto abrumada y no va mejorar con el tiempo.- Acarició mi mejilla y yo cerré los ojos ante su contacto.- Estoy aquí cariño y quiero ayudarte, pero necesito que pongas de tu parte, por el bien de los tres.

Esa conversación hizo un clic en mi mente, no quería perderle, ni perder la ilusión de cuidar a mi hija y aunque me doliera, retomé mis labores en la oficina para evitar estancarme.

Todos estuvieron contentos de verme ahí y entendieron perfectamente mi situación y lo que les estaba pidiendo. Esa semana no pasé más de tres horas diarias en la oficina, pero para mí eso ya era un mundo. Acabé los diseños de la casa y los mandé a las oficinas de Valencia, para que se pudieran hacer cargo de nuestra finca de Torrent.

Una casita de campo, con dos habitaciones y un jardín con piscina que se vería adornado por los naranjos. En verano sería una gran opción para huir de la masificación que supone Barcelona y en invierno un gran refugio familiar donde dar las campanadas.

Parecía mentira lo distraída que me tenía mi propio trabajo, la gran desconexión que supuso para mí volver a la Silvia arquitecta que diseña los interiores de las casas de los clientes que pasaran por la oficina de Paseo de Gracia. Y a la vez, que emocionante eran las vueltas a casa, a abrazar a mi hija con todo el cariño que se merece y no la desesperación que me estaba invadiendo poco a poco.

En cuanto encontramos la guardería que cumplía nuestros requisitos en su totalidad y la niña pilló todos los virus habidos y por haber empezamos con nuestras jornadas laborales plenas, hasta nos dábamos el gusto de visitar a papá en el campo cuando había partido. Fue una tradición que me encantó inculcarle a mi hija desde bien pequeña, al final esta iba a ser nuestra vida por unos añitos y enseñarle lo importante que era para nosotros esta rutina era uno de los valores que priorizábamos, sobretodo su padre, que no iba a dejar que vistiera otra camiseta que no fuera la de su club.

Él siempre me decía que su familia no era socia del club y no estaba en sus manos el poder permitirse ir al estadio como les gustaría, pero desde que empezó a jugar en las categorías inferiores del Barça, era muy común que en cuatro o cinco partidos de la temporada les regalaran entradas y él y su padre fueran al campo a ver a sus ídolos. Eso supuso una tradición padre-hijo maravillosa y no quería perderla por nada del mundo, aunque él fuera a estar en el campo y su hija en las gradas.

Las parejas de los compañeros de Eric estaban maravilladas con mi pequeña, por lo bien que se portaba y con lo simpática que era cuando pasaba de brazo en brazo. Qué bonito era ver a los niños correr por las gradas y ver como todos y cada uno de ellos iba creciendo a lo largo del tiempo, al igual que lo iba a hacer mi pequeña.

Sofía ha sido nuestro lazo de unión, el ojito derecho de Eric, mi compañera de noches en vela, la maestra de algo tan maravilloso como era la maternidad, pero sobre todo había venido a este mundo para estabilizarnos y demostrarnos quienes éramos y lo bonita que era la vida de tres.

Íbamos a buscar nuestra mejor versión por y para ella, para poder decir que lo fuimos todo antes de que naciera y ella acabó de completarnos.
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¡Nuevo capítulo!

Qué bonitas me parecen estas reflexiones por parte de Silvia✨

Volvemos a leernos pronto❤️

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