Capítulo XXXV

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En cuanto pisé el césped pude visualizar dos bandos completamente diferenciados.

Por un lado Eric, Alicia y sus padres, hablando sonrientes rebosando felicidad. Por el otro mi familia, expectantes, analizando la situación, mi madre y mi hermana asintiendo a lo que mi suegra comentaba, mi padre sin levantar la vista de su plato. Y mi asiento estaba en medio de los dos extremos.

Me senté y ofrecí un par de los platos a mis invitados, aunque fuera totalmente incómoda esta cena, no quería que ellos también lo sintieran así.

-Silvia, justo le estaba diciendo a Eric lo emocionados que estamos con la fiesta de mañana, sé que lo que habéis organizado es increíble.- Judith, mi suegra comentó y a mí se me formó una sonrisa en la cara.

-Totalmente, hemos intentado cuidar todos los detalles y va a ser una fiesta preciosa, lo presiento.

-Supongo que no lo vais a hacer aquí, ¿No?- Giré mi cabeza a cámara lenta, sabiendo perfectamente que esa pregunta salía del hombre que no se había dignado ni a presentarse a mis suegros.

-Pues la idea era esa, este jardín es maravilloso para este tipo de cosas.- Contesté con el tono más dulce que pude.

-Vaya, lo planeaste todo al detalle.- Sonrió irónico y a mí solo me dieron náuseas de pensar en lo que estaba insinuando.- Parece que esta casa fuera más tuya que suya.

-Pedro, por favor.- Oí a mi madre susurrar.

-No te preocupes mamá, si todos sabíamos que esto iba a pasar.- Suspiré y dejé mis cubiertos sobre el plato.- Pues para tu sorpresa sí, diseñé y llevé a cabo esta casa a la perfección, cuidé cada detalle como si fuera mi casa e intenté que mi primer proyecto demostrara de una vez por todas lo que sé hacer. Hasta ahora me jodía con los cuatro trabajillos baratos que tú me quisieras encasquetar porque no considerabas que estuviera a vuestro nivel.- Dije a toda velocidad, pero vocalizando todas y cada una de las letras que soltaba por la boca.- Así que si me permites, voy a disfrutar esta noche con gente que realmente se alegra de mi bienestar, de mi relación y de mi embarazo.

Eric puso su mano en mi pierna intentando reconfortarme, sabía que no lo estaba pasando bien con este asunto y que esta cena iba a detonar por un lado o por otro.

-Pedro, sé que la forma de conocernos no ha sido la mejor, pero me gustaría que se diera cuenta de lo maravillosa que es su familia. He tenido la suerte de compartir tiempo con su mujer y sus dos hijas, y ninguna de ellas tiene que envidiarle nada a las mejores familias de este país.- Eric se quitó las gafas y las dejó encima de la mesa.- Silvia es una mujer increíble, después de una larga búsqueda de constructoras que llevaran a cabo esta casa, ella fue tan profesional, que hasta yéndose a la otra punta de España organizó toda la construcción y decoración sin ni siquiera despeinarse. Y luego está nuestra relación y el embarazo, si nosotros estamos más que felices con la noticia y con nuestra vida juntos, no hay nadie en este mundo que deba decirnos lo que debemos hacer, porque nunca más vamos a volver a separarnos.

-¿Sabéis qué? Vamos a brindar.- Me levanté de mi silla y cogí mi copa de agua en la mano.- Por todo lo bueno que está por venir y por la familia que, por mucho que nos pese, somos y seremos cuando nazca esta criatura.

...

-Silvia, han llegado los de la decoración, deberías empezar a arreglarte.- Susana estaba más nerviosa que yo, pero agradecí infinitamente que se estuviera encargando de toda la organización, porque estaba como si me hubiese pasado un camión por encima.

Me di una ducha y entonces fue mi madre la que entró en la habitación, a ayudarme con el vestido. Eric y  yo pedimos a los invitados que vinieran vestidos en tonos pastel, en cambio tanto yo como mi chico íbamos a ir de blanco.

Mi elección fue un precios vestido que encargue en una tiendecita local de Valencia y que mi madre trajo para que yo pudiera llevarlo este día. Era largo hasta los pies, palabra de honor con detalles en la espalda que lo hacían completamente estupendo. En cuanto lo vi husmeando por su web me enamoré al instante y supe que en una ocasión especial iba a llevarlo.

Y luego estaba la decoración, a diferencia de la revelación de Cintia, nosotros si optamos por los colores rosados y azules, no por ser tradicionales, sino que estos son nuestros colores favoritos e iban a representar en plena esencia lo que nosotros queríamos transmitir.

A media tarde los invitados empezaron a llegar, entre los familiares de Eric, los compañeros de mi trabajo y del suyo y mis propios familiares, estábamos al completo.

Así que empezó la gran fiesta. Preparamos un montón de juegos donde nuestros invitados tenían que demostrarnos lo bienvenido que sería este bebé para ellos y de ahí salieron nuestras madrinas.

Aunque no era lo común, Eric y yo lo tuvimos claro, había dos mujeres en nuestras vidas que merecían este puesto mejor que nadie, por su cercanía, por su importancia en nuestro día a día y por lo felices que estaban de la llegada de este bebé.

Alicia no paró de llorar en cuanto su hermano se lo ofreció y Susana tampoco. Mi hermana no esperaba esta noticia y es cierto que tuve mis dudas hasta el último instante, pero ella ha sido durante muchos años mi mano derecha y al final sabía que confiaba ciegamente en ella para cuidar a este bebé.

-Pues ahora que tenemos a medio público emocionado, creo que ha llegado la hora de emocionar a la otra mitad.- Eric anunció ya que estaba anocheciendo.- Han llegado los fuegos artificiales que nos van a sacar a todos de dudas hoy.

Los encargados se situaron en la parte más lejana del jardín y empezaron la cuenta atrás.

Además, aunque nuestra gente no lo sabía, el nombre ya estaba escogido y en cuento supiéramos el color del fuego artificial se proyectaría este sobre el césped.

-Diez, nueve.- Los nervios me estaban carcomiendo y sé que a Eric también.- Ocho, siete.- Entrelacé su mano con la mía y apoyé mi cabeza en su hombro.- Seis, cinco.- Di una última vista a la gente, que estaba totalmente emocionada por el momento.- Cuatro, tres.- Mi madre, estaba llorando a mares y yo sola de verla también empecé a derramar alguna lágrima.- Dos, uno...

Y ahí estaba nuestra felicidad, teñida de rosa. Los fuegos artificiales inundaron el cielo oscuro de Barcelona mientras nuestros invitados saltaban de emoción. Yo me aferré al cuerpo de Eric, era una niña y sé que él deseaba con toda su alma tener a su princesa en este mundo.

-¡El nombre!- Después de un gran espectáculo de luches, las letras se fueron descubriendo poco a poco, dando por finalizado con un gran letrero que anunciaba cómo se iba a llamar nuestra hija, Sofía.

Sofía, hija mía, papá y mamá ya están deseando tenerte entre nuestros brazos.
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¡Nuevo capítulo!

Ahora ya conocéis a la bebé✨

Volvemos a leernos pronto❤️

NEW HOME/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora