Capítulo VIII

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-¿Pero te vas hoy?- Lourdes acababa de entrar en mi cuarto y había visto como estaba preparando la maleta.- ¿Pero no tenías hoy una reunión?

-La he pospuesto, no era nada importante.- Me giré y le di una sonrisa.- Solo me voy un par de días a casa, lo necesito.

-Silvia cariño, pero si quedan muchas cosas por hacer en el proyecto del futbolista.

-Está todo solucionado, no te preocupes.- Cerré la cremallera como pude.- He dejado a Robert encargado mientras yo no esté.

-Pero...-Le interrumpí.

-Ya está, solo son unos días de relax, volveré.- me acerqué y le di un último abrazo antes de salir por la puerta y poner rumbo a la estación.

Necesitaba un cambio de aires, de olvidarme de lo que pasó aquella tarde en la oficina, de él y volver con la fuerza suficiente como para terminar esa casa.

No hubo más conversaciones después de eso, salió por la puerta como un cobarde y no volví a saber de él, pero esta semana teníamos una reunión concertada para acabar de ordenar un par de ideas, pero ya estaba hablado con Robert, al ser él quien me encontró el terreno, no hubo ninguna queja en que fuera él el que se encargara de explicarle esos pequeños detalles.

Esta misma tarde le había enviado un correo a Eric informándole que yo no estaría en la oficina y supongo que lo leería.

Hogar, esa sensación de volver a tu zona de confort, a tu casa después de unas semanas un poco duras. Ese descanso emocional y moral que todos necesitábamos, pero había una cosa que necesitaba aún más que eso.

Tan solo poner un pie en la capital de la comunidad valenciana fui directa a mi piso, aquel que tenía alquilado y que solo podía disfrutar un par de veces a la semana y me cambié de ropa. Me puse unos leggins negros cortos y una sudadera blanca, todo eso acompañado de una coleta alta y recogí mis cosas en una pequeña mochila.

Fueron veinte minutos de trayecto en coche hasta Torrent, donde estaba esa finca de campo de mis abuelos.

Ellos ya no vivían allí, con el tiempo fueron necesitando más cuidados y ahora estaban instalados en casa de mi tía, que los cuidaba como si fueran los reyes de la casa, que es lo que realmente son y este terreno quedó prácticamente inhabitable. Los naranjos empezaron a perder su brillantez y se fueron marchitando poco a poco.

Ese día quise dar un paseo por ahí, aclarar mis ideas e intentar despejar mi mente después de todo lo que había sucedido.

"Algún día todo este campo será vuestro y sé que cuidareis de él como si fuera lo mejor que os haya pasado en vida."

Y tanto que lo haré, este terreno volverá a brillar como se lo merece y yo estaré aquí para sacarle todo el provecho posible.

...

-Pensaba que estabas en Barcelona.- Mi hermana se sentó a comer justo enfrente de mí después de una larga mañana.

Después de mi visita a la casa de campo decidí ir a comer a casa de mis padres, donde siempre estaba mi madre con un plato de lentejas listo.

-Y yo que tú estabas en Málaga.- Contraataqué.- ¿No tenías a un británico que quería una casa en Marbella?

-No hay prisa, está casi por terminar, además, esta semana no había mucho trabajo y me he venido a descansar un poco.- Se llevó la cuchara a la boca. - ¿Y tú? ¿No estabas comiendo crema catalana?

-Estaba, hasta que me di cuenta que era una Crême Brûlée a su manera. -Reímos.- Ahora en serio, también me estoy tomando unos días de relax.

NEW HOME/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora