Capítulo V

1K 63 21
                                    

Me giré lentamente para encontrarme con el chico que tanto habíamos estado criticando hacía unos escasos minutos.

-¿Cómo tú por aquí?- Preguntó y se acercó para darme dos besos.

Fue raro, era la primera vez que el saludo era de esta forma, pero entendí que lo otro era propio de la oficina, mi oficio y lo que relacionaba a una relación de trabajo. Aquí estaba saludando a una conocida.

-Pues una cena de amigas, para celebrar que estoy por aquí.- Sonreí y miré su mesa, todos estaban comentando lo que Eric estaba haciendo en mi mesa.- Blanca, él es Eric; Eric, ella es Blanca.- Los presenté y se sonrieron, por pura cordialidad.

-Me alegro de verte, te dejo cenar, nos vemos esta semana en el despacho.- Se despidió y desapareció de nuestra mesa.

-Joder, me mira así un futbolista y te juro que estoy a sus pies.- Blanca bromeó y yo reí.

-No es para tanto, será que no los hay mejores.- Rodé los ojos.

-Pues madre mía Silvia vaya expectativas, así vas a estar soltera toda tu vida.- Rio y dio otro sorbo a su bebida.

Cenamos entre risas y es que me vino genial rencontrarme con ella. Fue como una terapia que no te das cuenta que es necesaria hasta que la tienes. Pagué yo y por supuesto no dejé ni que sacara la tarjeta, ella insistió que debería ser ella la que me invitara otro día y yo no me negué.

Recogimos y nos levantamos de la mesa. Al hacerlo me recoloqué el vestido, cogí mi bolso y pusimos rumbo a la salida. ¿El problema? La mesa de los futbolistas estaba en nuestro camino.

Cuando nos estábamos acercando, ya noté la vista de dos de ellos posados sobre nosotras y empezaron los cuchicheos, quise acabar con el momento incómodo cuanto antes.

-Nosotras ya nos vamos, buenas noches.- Puse mi mano sobre el hombro de Eric y este sonrió ante mis palabras.

-Buenas noches Silvia.

Agaché la mirada y continué mi camino hacia la salida, aunque volví a notar que hubo cuchicheos a mi espalda.

-¿Vas a reconocer ahora que hay una atracción sexual que te cagas?- Blanca se situó a mi izquierda y andamos hacia su coche.

-No lo voy a reconocer porque no es verdad.

-Oh venga ya, si lo ha notado hasta el cocinero.- Rodó los ojos.- Silvia, yo no sé si cuando viene a la oficina es así, pero lo que yo he visto esta noche no es una mirada hacia la arquitecta de su nueva casa.

Al final, yo era consciente de que yo tenía dos estilos dentro de una sola persona, la Silvia profesional, que le gusta demostrar el poder femenino que tiene y lo inteligente que es a través de su ropa y luego la Silvia de diario, la que disfruta de la vida y la que se pone lo que quiere y cuando quiere. Se acercan los treinta y yo ya no estoy como para perder el tiempo pensando en cuando ponerme según qué cosas.

Blanca me dejó en casa de su madre y la noté nerviosa, como si quisiera decirme algo pero no se atreviera.

-Nos conocemos desde enanas, suelta por esa boquita lo que te atormenta.- Le incité antes de bajarme del coche.

-Quería comentártelo en la cena pero no he podido encontrar el momento.- Me miró con cara de corderito degollado.- Mi madre aún no lo sabe, ni se te ocurra decirle nada.- Fruncí el ceño antes de que prosiguiera.- Estoy embarazada, Silvia.

Ahora me cuadraban muchas cosas, el hecho de que hablara de su novio con tanto aprecio, ese cóctel sin alcohol y obviamente el reloj biológico.

Desde muy pequeñas soñábamos con el momento de ser madres y de construir una vida donde fuéramos nosotras las encargadas de traer al mundo a unos bebés preciosos. Y esa era nuestra realidad, a los veintisiete en cuerpo ya te pide un asentamiento, saber dónde vas, con quién vas y por qué lo haces y obviamente yo no era la excepción.

NEW HOME/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora