Capítulo XXXIV

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Con una calma pasmosa sus manos se posicionaron en la parte media de mi espalda, justo en el punto más alto de la cremallera, pero sus besos empezaron en mi nuca y fueron bajando hasta el borde del vestido.

Me estaba encendiendo por momentos y él era totalmente consciente de ello.

La intención de Eric era clara y la mía cada vez se parecía más a la suya.

Su boca volvió a situarse a la altura de mi cuello, acercándose peligrosamente a mi oreja.

-No te puedes ni imaginar lo guapa que estás ahora mismo.- Con delicadeza bajó los tirantes y estos se deslizaron por mis brazos hasta llegar al suelo.

Estaba totalmente expuesta ante él.

En otra situación me pararía, por la propia vergüenza de que alguien de mi familia pudiera oírnos, pero tenía tantas ganas que no había ningún pudor que pudiera frenarme.

Sin añadir nada más, me giré y estampé mis labios contra los suyos, esperando la misma intensidad que yo estaba dando, y por supuesto que la recibí. Sus manos fueron directas a mi trasero y las mías a su cuello, aferrándome a él.

En cuanto se separó de mí su boca fue directa a mi pecho, que estaba totalmente expuesto ante su vista. Yo, en respuesta de su acto eché mi cabeza hacia atrás, por puro deseo. Su lengua se sentía extremadamente bien y mi cuerpo pedía más de él.

Lo aparté y bajo su atenta mirada me agaché quedando frente a su zona más sensible, en segundos conseguí exponerlo ante mí y empecé a darle placer como sabía que le gustaba.

-Sil, se nos está yendo de las manos.- Limpie mi boca con su dedo índice y lo chupé de una forma totalmente erótica.

Prácticamente me lanzó a nuestra cama y aunque mi barriga no nos permitía disfrutar de ciertas posturas había otras que se intensificaban muchísimo. Me giré dándole la espalda, apoyando mis manos y mis rodillas al colchón.

Sus manos fueron directas a mi trasero y sin más dilación, las embestidas se hicieron presentes en nuestra habitación. El ruido que generábamos no nos permitió aumentar la velocidad y la intensidad como nos gustaría, pero lo disfrutamos como si fuera la primera vez.

Él acabó en esa misma posición, pero en cuanto me recosté en la cama en busca de un poco de aire que respirar, me di cuenta que su trabajo no había terminado.

Separó mis piernas con brusquedad y su cara se perdió entre ellas, dándome ese placer que él mismo acababa de experimentar. No podía evitar gruñir y arañar sus hombros hasta que me hizo llegar al orgasmo.

Ahora sí me sentía plena, porque de eso era capaz Eric, de complacer todas y cada una de mis facetas.

...

-Eric estás sudando.- Le comenté mientras le veía conducir.

Estábamos de camino al aeropuerto para recoger a mi padre, que llegaba hoy para estar presente mañana en la fiesta del bebé.

Y para Eric era todo un suplicio aunque no lo dijera. Su suegro no estaba muy receptivo a nuestra relación que digamos y eso le carcomía por dentro.

Sabe perfectamente que cuando pasé esos ocho meses en Marbella y me separé de él fue por culpa de la prioridad profesional de mi padre por la empresa y no le gustaría tener que enfrentarse a él por ese motivo.

En cuanto nos situamos en la puerta de llegadas vimos una marabunta de gente llegar a donde estábamos y eso solo significaba una cosa, un vuelo acaba de llegar. ¿Sería el que esperábamos?

Pues efectivamente, no fue muy complicado divisar a mi padre con su pelo canoso y su maleta plateada. Me recordaba a los viajes que realizaba por trabajo cuando yo era pequeña. Al final tanto la oficina de Barcelona como la de Málaga estaban en sus manos y él solo se la pasaba de aquí para allá para gestionarlas todas.

En cuanto consiguió localizarnos se acercó a nosotros con una expresión que casi no pude ni descifrar.

-Buenos días.- Se acercó a darme dos besos y le extendió la mano a Eric, para saludarlo.

No entendía lo que estaba pasando, sé que no es la persona más cariñosa de este mundo, pero tampoco me esperaba esta frialdad a la hora de conocer a su futuro nieto o nieta y a su yerno.

Fue un trayecto silencioso, muy silencioso, demasiado para mi gusto. Tanto el catalán como yo odiábamos ir en riguroso silencio en el coche, pero era obvio que con mi padre en el asiento de atrás y con su actitud no había ni un solo pasajero que fuera a dignarse a abrir la boca.

Por suerte al pisar la casa, que por cierto analizó cada rincón, cambió su expresión, porque allí estaban Susana y mi madre listas para recibirle.

-Silvia, esta escalera de ébano no sé si era la mejor opción.- Fue la primera frase que me soltó tan solo ver la casa.

-No te preocupes papá, que al cliente y a su pareja les encanta.- Solté y Susana abrió los ojos como platos, no esperaba mi respuesta más que irónica.

A pesar de los roces que pudiéramos tener, mañana era el gran día y no iba a dejar que se fastidiara porque hubiera gente no dispuesta a colaborar. Esta noche habíamos preparado una cena en el jardín, porque en pleno mes de junio apetecía cenar junto a la brisa del mar.

¿Iba a cocinar? Por supuesto que no, había pedido la comida a un conocido catering de la ciudad para la cena. Sabía que su comida era espectacular y yo no iba a pasarme toda la tarde cocinando para ocho personas que seremos.

Que esa era otra, por si la situación no era dura de por sí, pues cuando se juntaran mis suegros con mis padres esto ya sería la bomba.

Y yo me iba a dedicar a comer, porque con mis cinco meses de embarazo no estaba dispuesta a discutir ni a montar espectáculos por personas completamente adultas que estaban dispuestas a darme la noche.

Con toda la tranquilidad del mundo fui a ducharme, mientras mi madre ayudaba a Eric a poner la mesa.

En esas llegó la comida y mis suegros junto a Alicia, la hermana de Eric. Yo ya estaba lista y fui a recibirlos.

Fueron encantadores desde el primer instante que pisaron la casa, era cierto que desde el partido de Miami no habíamos tenido mucho contacto y más sabiendo que desde el embarazo no me he atrevido a ir mucho al campo a ver a Eric jugar.

Últimamente me agobiaban mucho las masificaciones de gente, no me sentía segura y el miedo de que algo le pasara a mi bebé me aterrorizaba.

-Silvia, todo está listo, podemos cenar ya.- Eric avisó desde el jardín.

Respiré hondo y salí, a enfrentarme a la noche que nos esperaba.
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¡Nuevo capítulo!

Sé que he estado un poco ausente estos días y como os he comentado en mi Instagram, está todo bien, después de las mini-vacaciones volvemos con todo✨

Volvemos a leernos pronto❤️

NEW HOME/ Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora