Capítulo XVIII

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Llegó el famoso día, el partido que iba a desencadenar todo lo que esperaba de este momento, o al menos eso creía yo.

Eric desde la primera hora del día me había estado escribiendo sobre el partido, lo nervioso que estaba y lo más importante, iba a ser titular en el partido.

Entiendo su emoción, lo que él no sabe es que estaré en la grada de familiares junto al resto de los acompañantes de los jugadores infiltrada.

¿Cómo lo había conseguido?

Pues muy fácil, Paula. La pareja de Pau Torres, el compañero de Eric es arquitecta al igual que yo y valenciana. Así que no había mejor motivo para que escribirle no fuera un éxito.

Enseguida me consiguió un asiento a su lado cuando le expliqué la situación y mi llegada por sorpresa a los Estados Unidos para este partido. Por ese lado ya me quedé más tranquila, pero ahora el problema era aparecer allí.

Fue tan sencillo y es que el hecho de haber coincidido con Paula en ciertos congresos me había hecho conocerla un poquito y sé que es una mujer increíble. Es cierto que su nombre creció exponencialmente cuando se hizo pública su relación con el futbolista del Villarreal, pero yo siempre la he tenido como una persona súper humilde y cercana.

Estuve muy pendiente de su boda, que por cierto fue preciosa. Obviamente no estuve invitada porque no éramos cercanas, pero me alegré mucho de sus éxitos tanto personales como profesionales.

Cuando le conté mi situación con el catalán solo le salieron palabras bonitas sobre él. Eric sí fue invitado a su boda y de hecho tiene muy buena relación con su marido, me dijo que era un gran chico y que merecía tener a una gran persona a su lado. Se alegraba que así fuera y que iba ayudarme a que el día de hoy quedara en el recuerdo de nuestras mentes para todas nuestras vidas.

...

Se acercaba la hora del partido y Paula me invitó a su hotel de concentración, era mejor que saliéramos juntas del mismo lugar para facilitar todos los trámites de seguridad en el estadio. Iba a ser un partido multitudinario y no queríamos que saliera nada mal.

En cuanto llegué, había unas cinco o seis chicas en esa habitación, todas preparándose para ir al campo. Tengo que admitir que no conseguí quedarme con los nombres, salvo una chica que se llamaba Sira.

Era catalana y pareja de Ferran Torres, me estaba contando que su pareja también era muy amigo de Eric desde bien pequeños, que habían compartido experiencias en la selección, en Manchester y en Barcelona.

Estaba muy contenta por lo amables que estaban siendo todas conmigo sin ni siquiera ser yo una de ellas. Lo agradecí absolutamente.

La hora se nos tiraba encima y parecía que los nervios se estaban adueñando de mí en esos instantes. Nos desplazamos hasta el estadio en una de las furgonetas que la federación había alquilado par la familias.

Me sentía un poco extraña porque tampoco es que yo debiera estar aquí junto a las personas más importantes para ellos, pero es cierto que me estaban haciendo sentir tan integrada que para nada sentía que sobrara.

-¿Nerviosa?- Paula posó su mano sobre mi rodilla, supongo que era una de las que más había empatizado con mi viaje y mi afán de estar aquí el día de hoy.

-Te mentiría si te dijera que no.

-Por el partido, por Eric, por su reacción... Se te acumulan demasiadas cosas, supongo.- Le dio en el clavo.

-Exactamente, ojalá fuera solo los nervios de querer ganar esa copa del mundo.- Suspiré.- Pero me encantaría que además fuera una experiencia inolvidable, yo cumplí mi promesa, pero no sé exactamente qué me encontraré cuando acabe el partido.

-Pase lo que pase, tú eres consciente de que has hecho lo que debías hacer.- Sonrió y yo asentí.- ¿Sabes? Quién no juega no gana y tú has venido a jugar, hoy pueden pasar tantas cosas que si nos ponemos a meditar todas las opciones estaríamos aquí hasta mañana. Vamos a disfrutar del momento y lo que pase cuando el árbitro pite el final ya lo veremos, ¿Te parece?

Asentí y volví a posar mi vista en la ventanilla. El ambiente cada vez era más notorio y es que Miami era una gran ciudad para hospedar un show de estos.  El estadio de la final era espectacular, las luces que lo rodeaban eran impresionantes. Las banderas, la gente, la música y por supuesto las aficiones.

Mientras llegábamos decidí enviarle un mensaje a Eric, porque necesitaba que mis palabras de suerte estuvieran en su teléfono antes del partido.

"Qué bonito sería verte hoy levantar la copa del mundo, qué bonito poder compartir este momento tan importante a nivel profesional contigo. Mucha suerte para el partido de hoy guapo aunque no la necesites."

Prácticamente me dejé llevar hasta mi asiento, fue un trayecto raro, donde la gente nos rodeaba y se acumulaban a las puertas del estadio, pro cuando quise darme cuenta ya estaba allí, sentada a tres filas del banquillo español.

Era una de las sensaciones más extrañas que había tenido nunca, puede que toda la gente que me rodeaba en ese momento vestidos con la ropa de la selección estuviera acostumbradísimos a estos momentos, y Eric por supuesto que también, pero para mí era algo absolutamente nuevo.

-Hey, ve a cambiarte, así no puedes estar en una final del mundial.- Me giré a ver a Sira, quién tenía una camiseta de la selección en la mano.

¿Cómo la había conseguido? Pues no lo sé, pero tampoco se lo pregunté.

Salí disparada a los baños más cercanos y cuando me dispuse a ponérmela me fijé en un detalle que me dejó anonadada.

En la espalda de la camiseta estaba el número tres y el nombre de Eric decorando la parte alta. Me pareció alucinante que a estas alturas me hubiesen conseguido esta equipación para que apoyara al catalán en estos momentos.

En cuanto me situé de nuevo en mi asiento, el partido estaba apunto de empezar, y lo supe por todo el espectáculo de luces que estaba invadiendo el estadio. Las banderas de Inglaterra y de España aparecían por todos lados y los jugadores aparecieron en el campo bajo los vítores de las aficiones.

Y allí estaba Eric, situándose en la fila de jugadores españoles a la espera de escuchar el himno y en ese instante me di cuenta de que este viaje estaba mereciendo totalmente la pena.

Su cara, estaba totalmente concentrada en el momento que estaba viviendo, su formalidad y su forma de saber estar era lo que me estaba matando, las ganas de saltar al campo y abrazarle eran cada vez mayores, pero teníamos noventa minutos para que ese instante llegara.

Poco a poco se fueron preparando, se acercaron al banquillo para las últimas palabras del entrenador y se dirigieron al campo, cada uno a su posición y yo estaba que me iba a saltar el corazón de los nervios.

Vi a cámara lenta como el árbitro se acercaba al mediocampo y como se puso el silbato en la boca para dar el pitido inicial.

Y con ese gesto, mi cabeza hizo el clic. Estaba ante la mayor locura que había hecho por amor.
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¡Nuevo capítulo!

Estos dias he estado muy inspirada con esta historia, y quería regalaros un capítulo más esta semana✨

Volvemos a leernos pronto❤️

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