𝙄 𝙬𝙖𝙣𝙣𝙖 𝙗𝙚 𝙮𝙤𝙪𝙧𝙨

XXXIII

Llegaron con más cansancio que nada. Ambos se quitaron los zapatos al entrar en la residencia.

— Tengo demasiado sueño. — Estiro sus brazos y escucho un crujido. — Uy, que delicia.

— ¿Quieres que te de un masaje? — Win cerro la puerta detrás de ellos. Noto como movía su cuello de un lado a otro; camino hasta llegar a su altura y puso ambas manos en sus hombros. Comenzó a darle suaves masajes y escucho un suspiro.

— Estas dándo en el nervio... — Dejo que le hiciera lo que quisiera.

Estaban de pie y noto por el espejo que estaba adelante de ellos y noto como el castaño cerraba los ojos deleitándose con sus manos.

— ¿Estás muy cansado?

— Un poco, ya quiero dormir. — Dijo en un murmullo. — Iré por mi cobija y también mi almohada.

— Mmmh.

Se alejo de sus manos y las dejo caer a cada lado de su cuerpo. Sus manos estaban sudando y sentía la respiración cada vez más agitada. Camino en dirección de su habitación y le vio agarrar sus cosas.

— ¿Bai?

— Ya voy...

— ¿Quieres dormir conmigo esta noche en la cama? — Pregunto tratando que el rubor no se le subiera tanto al rostro.

— ¿Dormir contigo?... — Abrió sus ojos como platos y volteo a ver la cama.

En ella tenía dos almohadas grandes, casi de su tamaño. Solamente había un espacio en medio. Era donde él dormía.

— Si... pero no te asustes, no haremos nada, no algo que no quieras... — de repente se quedó callado. Se arrepintió por lo último.

— Winnie...

— Cállate. — Sintió el calor en su rostro.

— Ya se que no haremos nada... y aunque quisiera yo esperare a que estés listo.

— Shh... — evito su mirada y camino a su cama e hizo que las almohadas quedarán en las orillas; así dejando un espacio para ambos. — ¿dormirás conmigo?

— Claro que si. — regreso las cosas a su lugar.— cerraré la puerta con seguro y apagare las luces.

— Mmh... yo me pondré la pijama.

Le vio desaparecer por la puerta y aprovecho que no estaba para quitarse su ropa; la dejo en el canasto y se puso la pijama como pudo. Se fue abrochando su camisa y escucho un par de pisadas acercándose.

— Te queda muy bien esa pijama. — unos brazos le rodearon por la cintura mientras que recargaba su barbilla en su hombro.

— Mi madre me la compro en navidad.

— Me gusta.

Win giro muy poco su cabeza para verle de reojo y sonrió muy ligeramente.

— También tienes una. Te la mando, esta en la otra habitación.

— ¿Y por qué no me has dado mi pijama?

— Oye, se me había olvidado, y no quería que se te hiciera fea.

— Mmmh, ¿en verdad?

— Si, es del mismo color que la mía.

— Espera, ¿abriste mi regalo? — el tono se volvió serio. — por haberlo hecho tendrás un castigo.

Estuvo a punto de decirle que su madre se lo había dicho cuando sintió el aliento sobre su cuello, la punta de su nariz recorría parte de él. Era como si estuviera provocandole. Los labios ajenos dejaban suaves besos sobre este, iba y venía.