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La noción del tiempo se les iba, a veces se veían, a veces tenían que estar en resguardo ya que el covid era alta.

Tenían que ponerse la vacuna y evitar el contacto, pero era demasiado difícil no querer tocar a Win o incluso besarlo.

Pero cuando tenían alguna entrevista o el trabajo tenían que verse y siempre aprovechaban cada rincón de cualquier lugar qprovechaban para darse algún beso o cariño. Poco a poco se iban acostumbrando a los impulsos de cualquiera de los dos, y en ocasiones, simplemente se quedaban a dormir en el departamento de Bright o de Win.

Esa mañana no fue la excepción de muchas mañanas en su departamento de Bright.

Se removió en la cama notando la presencia del ajeno, estaba dormido plácidamente, se acomodó de lado y se quedo observándole atentamente, noto como su pecho subía y bajaba rítmicamente; tenía un par de mechones cayéndole en la frente, sus mejillas estaban de un tono rosado, y sus labios estaban ligeramente entreabiertos.

Bright se quedó mirándole, y sentía como el sentimiento era cada vez más grande, quería tomarlo de las mejillas y besarle, pero no quería despertarlo. No podía contener su emoción, su felicidad. Le recorrió con la mirada el cuerpo para ver si no tenía algún moretón o alguna marca notable. Habían tenido sexo, la mayor parte de la noche.

Pero estaba bien, solamente tenía un par de marcas en su pecho, y su cuello.

— Lo siento... — Dijo sin provocar un sonido. Sólo movía los labios.
Aún seguía sin creer que ese hombre podía prenderlo o provocarle ternura, había sido su primera vez con un chico pero no era cualquiera, era el hombre que le atraía emocional, psicológicamente y sexual.

Le gustaba sus brazos, el largo de sus piernas, sus labios tan bien formados, su cabello. No iba a terminar, había un mil fin de cosas que amaba.

— Mmmh, ¿por qué estás despierto? — susurro provocandole un brinco.

— ¿Te desperté? — Sintió el calor subiendo por su cuerpo.

— No... es que me duele un poco la pierna. Creo que me quería dar un calambre.

— Uh, ¿quieres que te la sobe?

— Y la pierna también, por favor...

No entendía, frunció su ceño y ladeo su cabeza. Noto la sonrisa cínica del ajeno. Entendía ya tarde lo que trataba de decirle.

— Deja de alburearme. — le saco la lengua pero al final se sento cerca de la orilla de la cama y tomó la pierna ajena; la puso encima de las suyas y comenzó a darle suaves masajes desde la planta de su pie hasta la pantorrilla.

— No pienses nada morboso, aún me duele un poco la espalda.

— Mis pensamientos están muy alejados de lo que crees. Te daré algo de avena. ¿Si?

— Mmh...

Bright comenzó a tararear, le gustaba pasar el tiempo cantando, era como terapia. 

— Gracias por cuidarme después de...

— Tener sexo. ¿No?

— Si. Por eso. Eres muy dulce, creía que al terminar ibas a irte al sofá o a otra habitación.

— ¿Por qué crees que me separaría de ti?

— No lo sé. El primer día lo pensé.

Soltó una carcajada. Alzo su pierna y dejó un beso en su pantorrilla.

— Te dije que te amo, y lo que quiero es quedarme en cama contigo.

— Agradezco que hoy no tenemos trabajo.

𝙄 𝙬𝙖𝙣𝙣𝙖 𝙗𝙚 𝙮𝙤𝙪𝙧𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora