En cuanto abrí la puerta de casa escuché unos pasos rápidos, como si alguien estuviera correteando por la casa.
Dejé el abrigo en el perchero que había en el recibidor y cuando me giré vi una pequeña cabecita asomándose por el pasillo.
—Me parece que no hay nadie en casa. ¿A dónde habrá ido Hil? —pregunté, en un tono alto para que pudiera oírme, como si no la hubiera visto.
—¡Mami, aquí!
Mi pequeña salió corriendo del pasillo y cuando llegó a mí se tiró a mis brazos y la cogí, abrazándola.
—Mi pequeño sol —llené sus mejillas de besos, haciéndola reír—. ¿Cómo te fue ayer con la abuela?
—Comí chocotes.
—¿Muchos chocolates? —negó.
—Poco, mami.
Ella sabía que no me gustaba que comiera mucho dulce, la alteraba bastante.
—¿Y qué más hicisteis? —fuimos en busca de mamá—. Me dijo la abuela que ibais a ver una película.
—La del pececito.
Nemo era su película favorita.
—Y el otro pececito azul lo ayudaba a encontrar a su bebé, ¿verdad?
—¡Shi, Dory!
—¿Y al final que pasa? ¿Encuentra a su hijo? —asiente.
—Lo quere mucho.
—¿Tanto cómo yo a ti? —rocé mi nariz con la suya.
—Te quero. —se acurrucó sobre mi pecho y dejé un beso sobre su cabecita.
—Hola cariño. —dijo mamá al vernos entrar en su habitación.
—Hola mamá.
—¡Abu! —mi hija se removió en mis brazos y la bajé, dejando que se acercara a mamá.
Hilary se acurrucó junto a ella y yo me tumbé a su otro lado, haciendo lo mismo.
Estaba revisando algo del trabajo en su ordenador y lo dejó de inmediato, centrándose en nosotras.
—¿Qué tal lo pasaste con Leslie?
—Muy bien. Gracias por tenderme esa trampa para que pasara la noche con Les, creo que lo necesitaba.
—Sabes que siempre te lo digo, pero no haces caso.
—Lo sé mamá, lo siento, sabes que soy un poco terca.
—¿Sólo un poco? Yo diría que demasiado. —bromeó.
—No tanto.
Soltó una pequeña risa, lo que provocó que Hilary también riera.
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Inexorable [PAUSADA, borrador]
RomansaApril Langley siempre ha querido salir de Brooklyn, viajar, mudarse y, sobre todo, cambiar de aires. Los estudios y esa pequeña de casi dos años que ama con toda su alma no se lo han permitido... Hasta ahora, cuando una noche, navegando por interne...