CAPÍTULO 6

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—April Langley, ¿qué has hecho que?

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—April Langley, ¿qué has hecho que?

—Tuve una entrevista con una empresa de arquitectura australiana, y me quieren para el puesto. —repetí.

Mamá suspiró de nuevo, por tercera vez consecutiva desde que le había dado la noticia.

—¿Cuándo te entrevistaron?

—El viernes pasado.

—¿Y me lo cuentas ahora? —se cruzó de brazos.

Madre enfadada, conseguido, nuestra mayor preocupación ha sido hecha realidad.

—Lo siento, sé que debí habértelo dicho antes, pero no sabía cómo.

—Creo que era simple, con decirme, "mamá, me voy a vivir a Australia para trabajar de secretaria y te quedarás aquí sola y olvidada".

—Mamá, no lo digas como si te dejáramos tirada y te abandonáramos aquí para siempre y nunca más fuéramos a vernos.

—¿Y es que no es así?

Hilary nos miraba atentamente desde su sillita, mientras tomaba su taza de leche tranquilamente.

—Yo me quedaré aquí y vosotras os iréis, me separas de mi nieta y de ti.

—Solo trato de hacer lo que creo mejor, sabes que siempre he querido viajar y ese trabajo me permite conocer algo nuevo, salir de mi zona de confort, con lo que me pagarán puedo permitirme ahorrar más y hacer muchas más cosas. Además, solo serán siete meses.

—¿Sólo?

—Viajaremos para visitarte y tú podrás hacer lo mismo. Pero mamá... esto también lo hago pensando en mi futuro y en el de Hilary, no quiero pasarme la vida entera viviendo contigo, te quiero mucho mamá, pero también debo hacer mi vida independientemente, y hay una pequeña posibilidad que llevo contemplando desde que supe que era una empresa de arquitectura... quizá pueda conseguir un trabajo como diseñadora de interiores cuando termine la carrera, quiero esforzarme al máximo en mi trabajo para que vean que me implico y puedan tenerme en cuenta en un futuro, porque por mi currículum saben que estoy estudiando para ello, y al tener eso en cuenta puede que tengan una pizca de interés en mí.

Dejó de mirarme por unos segundos, y tras soltar un largo suspiro habló:

—¿Es lo que quieres de verdad? —asentí—. Aunque no me parezca la mejor idea del mundo, supongo que no puedo frenarte, ¿no? —negué—. Si esto te hace feliz, me basta.

Me acerqué a ella y la abracé de inmediato.

—Perdón por no decírtelo antes, —dije al separarnos— no quería enfadarte.

—Hija, —dejó un mechón suelto de mi cabello tras mi oreja— no me he enfadado, solo me ha molestado que lo ocultaras.

—Aun así, perdón.

Inexorable [PAUSADA, borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora