♯𝐒𝐈𝐗·

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Berlín mando a callar a los estudiantes en cuestión de segundos, ellos apoderados por el miedo lo único que hicieron fue quedarse quietos y colocarse las vendas en los ojos cuando este se los ordeno.

El líder dio un paso adelante y se quieto la máscara, luego los demás miembros también lo hicieron.

—Saludos, yo estoy al mando —Se escucharon algunos suspirón pesados—. Lamento informarles que a partir de ahora son rehenes.

Soltaron un jadeo de frustración mientras se aferraban de la mano de la persona a su lado, pero se callaron tan pronto como escucharon las botas de Berlín resonar por el suelo.

—Pasamos por todo tipo de situaciones en la vida, en muchas ocasiones parece que no hay salvación. Pero con el paso del tiempo todo se supera, lo importante es que sigan todas nuestras ordenes al pie de la letra, todos saldrán con vida.

Hizo un silencio suspensivo y luego agrego:

—Con el pasar de los años esta será una historia interesante que podrán contarle a sus nietos —El hombre podría seguir sembrando miedo en las personas, pero estaba tornando aburrido.

—Entreguen sus teléfonos —Interrumpió la rubia antes de que siguiera hablando, él la miro mal, pero Alaska lo ignoro. 

Tomaron bandejas donde metieron los teléfonos y algún dispositivo electrónico. El teléfono de la recepción comenzó a sonar, haciendo que la mayoría de los rehenes pegara un grito, Alaska miro a Berlín en busca de respuestas.

Un hombre alzo la mano con miedo y entonces el líder se acercó a él.

—¿Qué pasa? —Le pregunto Berlín.

—Podrían ser los jefes, si no responden van a suponer que algo anda mal —Dice el hombre con las palabras entrecortadas y trabadas por la repentina presencia.

—Me caíste muy bien por tu honestidad —Dice el líder con algo de hipocresía en sus palabras—. Tu, acompáñame ━Berlín tomo la muñeca de la mujer de morado y ella comenzó a lloriquear—.No te pongas nerviosa, respira.

La chica jadeaba con pesadez, no se calmaba ni porque Berlín se lo pedía de la mejor manera, la rubia se acerca a ellos importándole muy poco las miradas que le mando Río. Aparto a Berlín y toma la mano de la mujer.

—Tienes que calmarte y todo va a salir bien —Dijo la rubia y la mujer se sintió menos tensa en tener una chica cerca. Tomo su mano y la guio hasta tocar el teléfono—. Respira y atiende.

—Si, Casa de moneda —Respondió la mujer cuidando su voz, ignorando la sensación de la mirada de Berlín y prestando atención a los apretones que le daba Alaska en el hombro—, Tenemos dificultades en la red .—Se quedo callada—. ¿Y cómo voy a saber eso? ¡No es su trabajo arreglar la red! ━Grito.

—Muy bien —Dijo Alaska antes de mirar victoriosa a Berlín.

—¿Qué te dijo? —Pregunto el hombre.

—Nada en especial, aun no sospechan nada.

—Ya veo —Miro a la rubia y luego apunto a la mujer con su cabeza. Alaska asintió y la tomo de la muñeca para llevarla de vuelta a su lugar.

Berlín le dio la orden a Alaska que se fuera a poner el uniforme, ella asintió y le extendiendo su arma un momento. Camino hasta Tokio y le pidió su mochila, cuando la tuvo en sus manos subió las escaleras y entro a la primera puerta que vio.

Abrió la mochila y saco el traje rojo que combinaba perfecto con ella, se cambió rápido para evitar que alguien entrara y la viera en muy poca ropa. Cuando estuvo lista no puedo evitar verse por el reflejo de una de las computadoras.

Ahora añadía otro termino en su expediente policial; Ladrona. Al menos podría decir que estaba siguiendo los pasos de su padre.

Se sentó sobre el escritorio y tomo el saco escolar, jugando con el gafete escolar y pasando sus dedos por el escudo, intentando matar el tiempo. Entonces, la puerta se abrió, pero ella no se molestó en ver quien era, ya sabía quién era.

—Berlín me envió a ver por qué tardas tanto —Dijo Río cuando se acercó a ella.

—Perdón, estaba despidiéndome bien de este uniforme.

El castaño suspiro.

—¿Sigues dudando de tu decisión?

—Ya no lo hago tanto, pero aun así es raro que los estudiantes ya no vayan a dirigir a mi como Park Rose.

—Ese roll de niña inocente no te queda bien —Le tiende el arma y le quita el saco escolar de las manos con la mirada de la rubia sobre el—. Te queda más el de chica mala, te ves más linda.

—Gracias, supongo —Respondió con una sonrisa.

El chico se acercó a ella, metiéndose entre las piernas de la rubia, alzo sus manos para tomar sus mejillas y dar pequeñas caricias, luego subió hasta peinar su cabello, pasando mechones hacia atrás para poner hacerle una coleta y así su lindo rostro se apreciaba mejor.

—Ten cuidado —Dijeron al mismo tiempo.

La siguiente parte iba a hacer algo complicada, pero estaban seguros de que se protegerían la espalda. Río le sonrió con cariño y luego el tomo de la mano para guiarla a la salida, donde se soltaron y actuaron como si no se hubieran comido con la mirada.

Bajaron las escaleras y tomaron cada quien un saco de dinero para luego acomodarlo en su espalda y preparar sus armas mientras que el líder se divertía jugando con uno de los rehenes. Alaska se posiciono a lado de Tokio.

La de pelo corto intento no preguntar sobre la relación que había notado en ellos. Denver y Nairobi se comenzaron a burlar de Río por lo nervioso que se comenzaba a poner, pero ambos se callaron cuando ambas amigas los voltearon a ver.

Se colocaron las máscaras cuando las patrullas comenzaban a acercarse a ellos.

Salieron de la casa de moneda y comenzaron a disparar al aire cuando los policías salieron del auto. La policía les respondió con la misma táctica y comenzaron a dispararles obligándolos a esconderse.

Recargaban y disparaban. El ambiente se podía más complicado conforme pasaba el tiempo.

Entonces paso lo que Alaska menos queria.

Río entro en un estado de pánico y se quedó helado a solo unos metros de la rubia. Ella lo noto y quiso ir a ayudarlo, pero Tokio se lo impidió. Fue entonces que Rio cayó al suelo cuando le dispararon en el pecho.

—¡No disparen! —Grito Alaska.

—Si no disparamos, ellos nos van a disparar de igual manera —Grita Nairobi de respuesta.

Ella tenía razón, no tenían intención de dispararle a los policías, pero ellos si la tenían, en este momento no había de otra. Estaban entre la espada y la pared. Entonces Alaska metió su mano dentro del bolsillo y saco una granada de humo.

No les aviso a sus compañeros, porque en ese momento solo tenía una prioridad: Río.

Arrojo la granada tan pronto como le quito el seguro, solo espero unos segundos como para salir corriendo hacia el chico, pero entonces. Le dispararon.

NOTA: Espero que les haya gustado el capítulo, esto para mi es como un milagro ¡Sobreviví a mi semana de exámenes! Bueno ahora toca los resultados

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NOTA: Espero que les haya gustado el capítulo, esto para mi es como un milagro ¡Sobreviví a mi semana de exámenes! Bueno ahora toca los resultados.

𝘈𝘛𝘙𝘈𝘊𝘖; 𝘙𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora